Nuestro pasado y las diversas situaciones de la vida, son algunos aspectos que nos pueden llevar a desarrollar depresión.
Además, cuando hablamos de depresión, generalmente lo relacionamos con adultos y jóvenes, pero déjame decirte que también los niños se deprimen, sólo que ellos lo demuestran de manera diferente.
Y es que para empezar los niños ni siquiera son conscientes de que están deprimidos, y mucho menos se lamentan de ello.
A veces son los padres quienes, después de un tiempo, notan que el niño está actuando diferente, y suelen confundir su comportamiento con un momento de berrinche o catalogan al pequeño como “chiqueado”. Y no les pasa por la mente que esas conductas diferentes tienen que ver con algo más serio.
Cuando nos ponemos a pensar en un niño sano, nos viene a la mente la imagen de un pequeño juguetón, alegre e inquieto. En cambio, si el comportamiento del niño es diferente, por ejemplo, hay llantos frecuentes y rabietas excesivas, debemos estar atentos pues es una señal de que algo no anda bien.
La depresión infantil se define como una enfermedad psiquiátrica bastante frecuente y seria en niños y adolescentes. Se trata de una enfermedad clasificada dentro de los llamados trastornos del humor, y está descrita desde hace siglos en distintas culturas.
Hay varios tipos de trastornos del humor que pueden afectarles, como la depresión mayor, la distimia (un estado de depresión ligero pero de larga duración), y la llamada enfermedad maniaco-depresiva (o bipolar).
Otras fuentes la definen como una condición persistente, que interfiere con la habilidad de funcionar del niño, por lo que cambios drásticos y permanentes de conducta nos hablan de una posible depresión.
Las posibles causas de la depresión infantil son muchas, pero en todas ellas el denominador común es un sentimiento de abandono, ya sea real o no: muerte de un progenitor o allegado, grave conflicto entre los padres, separaciones prolongadas, educación severa o distante, etc.
Son muchos los signos que pueden alertar a los padres sobre la presencia de problemas depresivos en los niños. Algunos focos rojos son que se muestran demasiado callados, quietos y exageradamente "buenos".
Además, hay que tomar en cuenta que la depresión infantil muchas veces se enmascara con conductas muy opuestas a las normales, es decir podemos observar niños inestables, agresivos, demasiado inquietos, y también con una alegría exagerada y llamativa.
Otros signos que también nos pueden indicar la presencia de una depresión infantil es la enuresis (hacerse pipi por la noche pasados los cinco años), encopresis (incontinencia de las heces), insomnios, problemas con la comida (come en exceso o falta de apetito), asma, eczemas, esto es porque los niños somatizan más fácilmente que los adultos.
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Muchas veces son los maestros o familiares quienes primero notan un comportamiento diferente en los niños, así que puede ser una muy buena idea preguntarles a ellos.
Si pasado un tiempo (no muy largo) persisten algunas de las conductas mencionadas, es aconsejable que reciba ayuda terapéutica.
Un psicólogo puede hacerle saber a los padres, desde luego después de una evaluación, si el niño está pasando por una depresión; y detectar aquellas situaciones que la están desencadenando y cuál es el tratamiento específico, ya que cada niño es diferente.
Por otro lado, las intervenciones dirigidas a los padres cuyos hijos presenten algún tipo de problema de conducta, podrán ayudar y favorecer su forma de actuar, así como ayudarles a cambiar o reorientar la situación.
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