La falta de apetito por las mañanas y el “hábito” de despertarse a altas horas de la noche con grandes deseos de comer, no precisamente representa un trastorno del sueño o insomnio, pues la principal causa del problema no radica en una necesidad del cuerpo o específicamente tener hambre, sino a cierto estado de ansiedad que afecta en muchos aspectos la calidad de vida de quien lo padece.
El síndrome de alimentación nocturna (SAN) consiste en la extrema necesidad de alimentarse en horas posteriores a la cena. Es muy común que se le confunda con problemas para dormir o con trastornos alimenticios, ya que quien lo padece cree que al no poder conciliar el sueño, se recurre a la comida, lo que es incorrecto, pues al contrario, el afectado se despierta por el deseo de comer.
Dicho deseo es motivado, según los expertos, por estrés y sobre todo ansiedad, los cuales provocan en sí un desequilibrio en el estado emocional.
La mayoría de las personas que lo padecen actúan inconscientemente, aunque suelen esconderse para comer puesto que saben que quienes viven con ellos se encuentran dormidos. Sin embargo, son descubiertos a menudo, lo que aumenta la culpabilidad y de nuevo, más estrés.
La principal consecuencia que se deriva del síndrome de alimentación nocturna es obviamente la obesidad, pues la digestión no se realiza completamente y además se ingieren alimentos con un alto índice de calorías (normalmente carbohidratos, sobretodo dulces, lo que a su vez provoca la aparición de caries dentales), para aumentar los niveles de serotonina en el cerebro y a través de ello adquirir un estado de paz o descanso, contrario a la ansiedad; además estos alimentos son los que se tiene a la mano y no necesitan preparación alguna.
Un 10% de las personas que sufren obesidad presentan este síndrome, que de no tratarse oportunamente, provoca a mediano plazo otras enfermedades como diabetes, hipertensión y problemas de colesterol.
Otra de las consecuencias que ocasiona este síndrome es la pérdida de interés por desayunar al día siguiente, así como el cansancio y la falta de energía, además de saltarse la cena al no sentir hambre. Se presentan también problemas laborales o escolares según sea el caso y es capaz de originar accidentes automovilísticos.
Este síndrome la mayoría de las veces es ignorado y sub-diagnosticado, pues los especialistas del sueño son quienes más lo conocen, pero para un médico general es más complicado llegar al centro del problema.
Su tratamiento reside en los medicamentos, especialmente antidepresivos, que se dedican a reducir la ansiedad y el estrés. Sin embargo, conjunto a éstos, se puede erradicar el síndrome con medidas prácticas y algunas dietas, por ejemplo:
Fuentes: