01 | Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él debía ir. |
02 | Y les dijo: «La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos. Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la cosecha. |
03 | ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. |
04 | No lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por el camino. |
05 | Al entrar en una casa, digan primero: «¡Que descienda la paz sobre esta casa!». |
06 | Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo contrario, volverá a ustedes. |
07 | Permanezcan en esa misma casa, comiendo y bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan de casa en casa. |
08 | En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan; |
09 | curen a sus enfermos y digan a la gente: «El Reino de Dios está cerca de ustedes». |
10 | Pero en todas las ciudades donde entren y no los reciban, salgan a las plazas y digan: |
11 | ¡Hasta el polvo de esta ciudad que se ha adherido a nuestros pies, lo sacudimos sobre ustedes! Sepan, sin embargo, que el Reino de Dios está cerca». |
12 | Les aseguro que en aquel Día, Sodoma será tratada menos rigurosamente que esa ciudad. |
13 | ¡Ay de ti, Corozaín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados entre ustedes, hace tiempo que se habrían convertido, poniéndose cilicio y sentándose sobre ceniza. |
14 | Por eso Tiro y Sidón, en el día del Juicio, serán tratadas menos rigurosamente que ustedes. |
15 | Y tú, Cafarnaúm, ¿acaso crees que serás elevada hasta el cielo? No, serás precipitada hasta el infierno. |
16 | El que los escucha a ustedes, me escucha a mí; el que los rechaza a ustedes, me rechaza a mí; y el que me rechaza, rechaza a aquel que me envió». |
17 | Los setenta y dos volvieron y le dijeron llenos de gozo: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu Nombre». |
18 | El les dijo: «Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. |
19 | Les he dado poder de caminar sobre serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo; y nada podrá dañarlos. |
20 | No se alegren, sin embargo, de que los espíritus se les sometan; alégrense más bien de que sus nombres estén escritos en el cielo». |
21 | En aquel momento Jesús se estremeció de gozo, movido por el Espíritu Santo, y dijo: «Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has querido. |
22 | Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie sabe quién es el Hijo, sino el Padre, como nadie sabe quién es el Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar». |
23 | Después, volviéndose hacia sus discípulos, Jesús les dijo a ellos solos: «¡Felices los ojos que ven lo que ustedes ven! |
24 | ¡Les aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven y no lo vieron, oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron!». |
25 | Y entonces, un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?». |
26 | Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». |
27 | El le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». |
28 | «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida». |
29 | Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?». |
30 | Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. |
31 | Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. |
32 | También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. |
33 | Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. |
34 | Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. |
35 | Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver" |
36 | ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?». |
37 | «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera». |
38 | Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. |
39 | Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. |
40 | Marta, que muy estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». |
41 | Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, |
42 | y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada». |