Google Argentina, Canadá, Chile, Colombia, Francia, Irlanda, Israel, Letonia, Lituania, México, Noruega, Paraguay, Perú, Portugal, Reino Unido, Rumania, Rusia, Sudáfrica, Turquía y Uruguay, celebran el 200 cumpleaños de Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc, arquitecto, arqueólogo y escritor francés. Famoso por sus "restauraciones" interpretativas de edificios medievales, fue un importante arquitecto del renacer gótico. Pese a ello, recibió críticas de parte de arqueólogos del siglo XX. El doodle muestra una de sus restauraciones, la ciudad amurallada de Carcassonne. Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc nació el 27 de enero de 1814 en París, Francia en el seno de una familia de la alta burguesía. Desde muy joven se interesó por la Arquitectura de la Edad Media. Su maestro fue Aquiles Leclère y rechazó ingresar en la escuela de Bellas Artes porque deseó conocer y estudiar arquitectura por su propia cuenta. Recorrió Francia e Italia llevando en su equipaje un bloc de notas. En marzo de 1836 partió a un viaje de estudios durante 18 meses en Italia a tomar un interés en la arquitectura medieval. A su regreso, volvió a encender su amor de toda la vida de la ingeniería y la decoración gótica y fue designado en 1840 a la Oficina de Monumentos Históricos. En 1840 fue nombrado inspector de los trabajos de restauración de la Sagrada Capilla con la dura dirección de Félix Duban. Restauró la iglesia de Vezelay ese mismo año. En 1842 ganó en concurso la restauración de Nuestra Señora de París (Notre Dame).
Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc fue nombrado oficial en 1858 y más tarde comendador en 1869 de la Legión de Honor, además de ser miembro de la Real Academia de Bellas Artes de Bélgica en 1863. Fue profesor de Historia del Arte y Estética de la Escuela de Bellas Artes, recién reorganizada por Vaillant, en 1863 pero dimitió al año siguiente. Todos los edificios medievales franceses que fueron restaurados en esa época estuvieron supervisados por él. Fue gran amigo de Napoleón III, y luego se declaró librepensador provocando la reacción del clero y obligándose a dimitir de sus cargos de inspector general diocesano y arquitecto de las catedrales de Amiens, Clermont, Reims y París, que ejercía de forma íntegra.
Sus trabajos eran más restaurativa con algunos de sus diseños reales que nunca se dio cuenta. Su trabajo de restauración fue muy criticado durante su vida. Se le considera como un gran restaurador de edificios y teórico de la arquitectura. Ha trabajado en muchos edificios de París y castillos, ayuntamientos y otros edificios religiosos como la Catedral de Notre-Dame de París y la Capilla de Santa Catalina de Notre-Dame de Estrasburgo.
Estas son las principales obras que restauró Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc: Catedral de Notre-Dame de París, Castillo de Roquetaillade, Santa María Magdalena de Vezelay, Abadía de Saint Denis de París, Catedral de Amiens, Catedral de Lausana, Sainte Chapelle, Ayuntamiento de San Antonio, San Miguel de Carcassonne, San Luis de Poissy, Catedral de San Sernin de Toulouse, Castillo de Pierrefonds, Castillo de Coucy, Fortificaciones de Carcasona, Semur, y Ayuntamiento de Narbona. Manifestó también interés por la pintura y más allá de su costumbre de recopilar notas y dibujos, no sólo de los edificios en los que trabajaba sino también de otros que iban a ser pronto demolidos y aún de otros temas como vestimenta, mobiliario, instrumentos musicales, armamento, etc. Sus notables dibujos y acuarelas le valieron una tercera medalla en 1834, una segunda en 1838 y una primera medalla en la Exposición Universal de 1855. De sus pinturas destacaron: Vistas de los pirineos, Fortificaciones de Carcasona y El festín de las damas en el teatro de las Tullerías.
Además, publicó libros como Diccionario razonado de la arquitectura francesa del siglo XI al XVI (1854-1868) y Diálogos sobre arquitectura (1875). A través de sus publicaciones marcadas por el racionalismo, Eugène Viollet-le-Duc ha sentado las bases de la arquitectura moderna, así como de haber influenciado a muchas figuras importantes del movimiento Art Nouveau. Los ejemplos incluyen Henri Sauvage, Hector Guimard y Antoni Gaudí. Una de sus últimas obras era el diseño de la Estatua de la Libertad. Falleció antes de culminarla en 1879, en Lausana, Suiza. LA CIUDAD AMURALLADA DE CARCASSONNE
Carcassonne es una comuna francesa (división administrativa de menor nivel en Francia), capital del departamento del Aude, en la región Languedoc-Rosellón, situada en el sur de Francia, a medio camino entre Perpiñán y Toulouse. La ciudad es conocida por su ciudadela amurallada, un conjunto arquitectónico medieval restaurado por Eugène Viollet-le-Duc en el siglo XIX y declarada en 1997 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Al final de la cruzada contra los albigenses, la histórica ciudad fortificada de Carcassone se transformó en lugar emblemático del poder del rey de Francia, en la frontera aragonesa. Bajo los reinados sucesivos de Luis IX, Felipe el Atrevido y Felipe el Bello, adquirió su fisionomía definitiva. A principios del siglo XIX, la ciudad es una fortaleza con murallas medio derruidas, encaramada en un promontorio de difícil acceso. Habrá que esperar hasta la segunda mitad del siglo XIX para que se beneficie, bajo la dirección de Eugène Viollet-le-Duc, de una de las obras de restauración más importantes jamás realizadas hasta entonces. De 1846 a 1852, el arquitecto realiza un trabajo excepcional, que consiste en sacar partido de todas las huellas materiales visibles en las mamposterías, y susceptibles de aclarar el conocimiento del edificio. A partir de estos indicios, a veces reducidos, restaura la fortaleza, refiriéndose a la fisionomía que le habían dado los ingenieros reales del siglo XIII. La obra, dirigida por él mismo, se prolongará más allá de su fallecimiento, en 1879.
Las impresionantes fortificaciones, visibles desde lejos en la campiña del Aude, se componen de dos recintos y de un castillo condal del siglo XII, el cual está rodeado de fortificaciones. Se extienden a lo largo de 3 kilómetros. Protegida por estas murallas y sus 52 torres, la ciudad histórica, todavía habitada al día de hoy, alberga, entre otros, la notable basílica gótica de Saint Nazaire y Saint Celse. Las dos entradas principales de la ciudad fortificada, la Puerta Narbonesa en la fachada este y la Puerta del Aude en la fachada oeste, representan dispositivos defensivos particularmente elaborados.
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