Cristobal Colón

(1451-1506)

Era hijo de un matrimonio de humildes tejedores: Domingo Colombo y Susana Fontanarrosa fueron sus padres.

Se interesó desde niño por la navegación y, desde muy joven, trabajó como grumete. En 1476 el barco en el que viaja de marinero naufraga frente a las costas de Portugal y Colón es llevado a Lisboa En 1477, cuando vivía en Lisboa (Portugal), se casó con Felipa Muñiz de Perestrello, con quien tuvo a su hijo Diego (en 1482). Este mismo año se introduce en la corte portuguesas.

Interesado por la geografía, leyó tratados y conoció los mapas que circulaban en su época. Deseaba llegar a las Indias Orientales, tierra en las que suponía que iba a encontrar grandes riquezas.

En 1484 ofrece su proyecto descubridor al rey de Portugal, Juan II, y es rechazado.

En 1485, al fallecer su esposa, viajó con su hijo a España y residió en el Convento de la Rábida. Allí, los monjes aceptaron sus teorías y proyectos.

En 1486 los Reyes Católicos lo recibieron por primera vez en Alcalá de Henares (Madrid), pero una junta de expertos rechazó sus proyectos.

En 1488 conoció a Beatriz Enríquez de Arana, con quien tuvo a su segundo hijo, Fernando.

Con la ayuda de uno de los religiosos del convento, Fray Juan Pérez, logró el apoyo de los reyes de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, quienes solventaron económicamente la organización de la expedición.

El 17 de abril de 1492 se firmaron las capitulaciones de Santa Fe, que concedieron a Colón el título de almirante de la expedición, el de virrey de la tierra que conquistara y el diez porciento de la riquezas que pudiera traer a España.

El 3 de agosto de 1492, Colón partió de Puerto de Palos (España) y el 12 de octubre de ese año desembarcó por primera vez la tripulación en la Isla Guanahaní (luego bautizada como San Salvador).

Ya de vuelta en España relató sus experiencias en las Indias y tuvo una excelente recepción por parte de los reyes católicos.

A partir de entonces, Colón realizó otros viajes, pero ninguno logró tanto éxito como el primero.

Olvidado, triste y enfermo, el gran navegante falleció el 20 de mayo de 1506 en Valladolid, en compañía de sus dos hijos y de dos de sus fieles marinos.

En 1544 sus cenizas fueron trasladadas a Santo Domingo y, a partir de 1796, quedaron en la Catedral de La Habana.