La hermosa y buena niña, sentada en el tibio y blando regazo de su tierna y dulce abuelita, le acaricia con sus gordezuelas y pequeñitas manos la suave y blanca cabellera y le pregunta con armoniosa y dulce voz: "Abuelita: ¿qué es un amante?" La anciana se queda pensando un momentito. Luego lanza un estentóreo grito y se levanta como impulsada por un resorte, haciendo que caiga al suelo la niñita. Corre hacia el enorme ropero de la alcoba y abre con prontitud la recia puerta de doble hoja. Del interior del ropero cae un esqueleto. "Mira, hijita -dice entonces muy desolada la viejecita a la pequeña-. Esto era un amante"... En el baño de vapor el esmirriado chaparrito se topa con un tremendo fortachón. "¡Caray! -le dice muy admirado-. ¡Lo felicito por su musculatura! ¡Qué formidable! Míreme en cambio a mí: un alfeñique". "Dígame -le pregunta el fortachón-. Su musculatura, ¿le funciona bien?" "Claro que sí -contesta muy orgulloso el chaparrín-. Jamás me ha hecho quedar mal". "¿Cambiamos?" -arriesga tímidamente el fortachón... Colaboración de Jorge López Rosas de México, D.F., México. |