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| "Había en el Cielo un santito que sufría mucho porque no recibía ninguna devoción. Todos los santos tenían sus devotos: San Francisco, San Pedro, San Antonio, San Juditas Tadeo, San Juan, y no se diga San José. En cambio a él nadie le rezaba ni le pedía milagros. Fue el pobre santo con Diosito y le contó su pena: quería tener devotos, igual que los demás. 'Lo que pasa contigo -le dijo el Señor- es que no te haces publicidad. También en esto es necesaria la mercadotecnia. Mira: voy a hacer que te impriman un millón de estampitas con tu efigie, tu nombre y tu oración. Tu irás a la Tierra, y personalmente las repartirás. Una cosa te voy a pedir, sin embargo: no les des estampita a los indejos. Ellos no saben de estas cosas'. Bajó el santo a la Tierra, en efecto, y repartió las estampitas. A todos les dio, menos a los indejos. Y, tal como el Señor le había dicho, llegó a tener muchos devotos... ¿Ya sabes quién es ese santito? ¿No lo sabes? ¡Qué! ¿A ti no te dio estampita?"... Colaboración de Jorge López de México, D.F. |
