Una tarde un famoso y acaudalado abogado iba en su limosina cuando vio a dos hombres a la orilla de la carretera comiendo zacate. Intrigado, ordenó a su chofer detenerse y bajó a investigar.
Le preguntó a uno de ellos: - ¿Por qué están comiendo zacate, muchacho? - No tenemos dinero para comida, -dijo el pobre hombre- tenemos que comer zacate. - Bueno, entonces vengan a mi casa y yo los alimentaré- dijo el abogado. - Gracias Don, pero tengo esposa y dos piojosos conmigo. Están allí, debajo de aquél árbol. - Que vengan también, dijo el abogado.
Volviéndose hacia el otro pobre hombre le dijo:
El hombre, con una voz lastimosa dijo:
- Que se vengan ellos también, respondió el abogado. Entraron todos en el enorme y lujoso carro, lo que no fue fácil, aún para un automóvil tan grande como la limusina. Una vez en camino, uno de los pobres tipos miró al abogado y le dijo: - Señor, usted es muy bueno. Gracias por llevarnos a todos con usted.
El abogado le contestó:
Moraleja: Cuando creas que un abogado te está ayudando, ... piénsalo dos veces. |