Un hombre moribundo habla con su esposa en el lecho del dolor: "Ay, Lucrecia. Qué mujer tan maravillosa eres. Cuando yo te conocí, tenía tanto dinero y todos pensarón que tú me querías solo por lo material. Pero no les hiciste caso y te mantuviste a mi lado. Después perdí todo lo que tenía y tú no te apartaste de mi lado. Todos mis amigos me dejaron y tú siempre estuviste conmigo. Lucrecia, qué mujer tan maravillosa eres. Y después mi familia me abandonó, pero tú seguías a mi lado. Y luego esta enfermedad. Maldito virus que me consume, y tú siempre a mi lado. Lucrecia, Lucrecia, qué mujer tan maravillosa eres." El hombre se pone a pensar y luego la mira con desprecio y le dice: "O será que me traes mala suerte..." |