01 | Temamos, entonces, mientras permanece en vigor la promesa de entrar en el Reposo de Dios, no sea que alguno de ustedes se vea excluido. |
02 | Porque también nosotros, como ellos, hemos recibido una buena noticia; pero la Palabra que ellos oyeron no les sirvió de nada, porque no se unieron por la fe a aquellos que la aceptaron. |
03 | Nosotros, en cambio, los que hemos creído, vamos hacia aquel Reposo del cual se dijo: Entonces juré en mi indignación: Jamás entrarán en mi Reposo. En realidad, las obras de Dios estaban concluidas desde la creación del mundo, |
04 | ya que en cierto pasaje se dice acerca del séptimo día de la creación: Y Dios descansó de todas sus obras en el séptimo día; |
05 | y en este, a su vez, se dice: Jamás entrarán en mi Reposo. |
06 | Ahora bien, sabemos que la entrada a ese Reposo está reservada a algunos, y que los primeros que recibieron la buena noticia no entraron en él, a causa de su desobediencia. |
07 | Por eso, Dios nuevamente fija un día -un hoy- cuando muchos años después, dice por boca de David las palabras ya citadas: Si hoy escuchan su voz, no endurezcan su corazón. |
08 | Porque si Josué hubiera introducido a los israelitas en ese Reposo, Dios no habría hablado después acerca de otro día. |
09 | Queda, por lo tanto, reservado un Reposo, el del séptimo día, para el Pueblo de Dios. |
10 | Y aquel que entra en el Reposo de Dios descansa de sus trabajos, como Dios descansó de los suyos. |
11 | Esforcémonos, entonces, por entrar en ese Reposo, a fin de que nadie caiga imitando aquel ejemplo de desobediencia. |
12 | Porque la Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. |
13 | Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas. |
14 | Y ya que tenemos en Jesús, el Hijo de Dios, un Sumo Sacerdote insigne que penetró en el cielo, permanezcamos firmes en la confesión de nuestra fe. |
15 | Porque no tenemos un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, él fue sometido a las mismas pruebas que nosotros, a excepción del pecado. |
16 | Vayamos, entonces, confiadamente al trono de la gracia, a fin de obtener misericordia y alcanzar la gracia de un auxilio oportuno. |