01 | Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén. |
02 | ¡Vanidad, pura vanidad!, dice Cohélet. ¡Vanidad, pura vanidad! ¡Nada más que vanidad! |
03 | ¿Qué provecho saca el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol? |
04 | Una generación se va y la otra viene, y la tierra siempre permanece. |
05 | El sol sale y se pone, y se dirige afanosamente hacia el lugar de donde saldrá otra vez. |
06 | El viento va hacia el sur y gira hacia el norte; va dando vueltas y vueltas, y retorna sobre su curso. |
07 | Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena; al mismo lugar donde van los ríos, allí vuelven a ir. |
08 | Todas las cosas están gastadas, más de lo que se puede expresar. ¿No se sacia el ojo de ver y el oído no se cansa de escuchar? |
09 | Lo que fue, eso mismo será; lo que se hizo, eso mismo se hará: ¡no hay nada nuevo bajo el sol! |
10 | Si hay algo de lo que dicen: "Mira, esto sí que es algo nuevo", en realidad, eso mismo ya existió muchísimo antes que nosotros. |
11 | No queda el recuerdo de las cosas pasadas, ni quedará el recuerdo de las futuras en aquellos que vendrán después. |
12 | Yo, Cohélet, he sido rey de Israel, en Jerusalén, |
13 | y me dediqué a investigar y a explorar con sabiduría todo lo que se hace bajo el cielo: es esta una ingrata tarea que Dios impuso a los hombres para que se ocupen de ella. |
14 | Así observé todas las obras que se hacen bajo el sol, y vi que todo es vanidad y correr tras el viento. |
15 | Lo torcido no se puede enderezar, ni se puede contar lo que falta. |
16 | Entonces me dije a mí mismo: Yo acumulé una gran sabiduría, más que todos mis predecesores en Jerusalén, y mi corazón ha visto mucha sabiduría y ciencia. |
17 | Me dediqué a conocer la sabiduría, la ciencia, la locura y la necedad, y advertí que también eso es correr tras el viento. |
18 | Porque mucha sabiduría trae mucha aflicción, y el que acumula ciencia, acumula dolor. |