01 | Yo volví mis ojos a todas las opresiones que se cometen bajo el sol: ahí están las lágrimas de los oprimidos, y no hay quien los consuele. La fuerza está del lado de los opresores, y no hay nadie que les dé su merecido. |
02 | Entonces tuve por más felices a los muertos, porque ya están muertos, que a los vivos, porque viven todavía; |
03 | y consideré más feliz aún al que todavía no ha existido, porque no ha visto las infamias que se cometen bajo el sol. |
04 | Yo vi que todo el esfuerzo y toda la eficacia de una obra no son más que rivalidad de unos contra otros. También esto es vanidad y correr tras el viento. |
05 | El necio se cruza de brazos y se devora a sí mismo. |
06 | Más vale un puñado con tranquilidad, que las dos manos bien llenas a costa de fatigas y de correr tras el viento. |
07 | Luego volví mis ojos a otra cosa vana bajo el sol: |
08 | un hombre está completamente solo, no tiene hijo ni hermano, pero nunca pone fin a su esfuerzo ni se sacia de ambicionar riquezas. Entonces, ¿para quién me esfuerzo y me privo del bienestar? También esto es vanidad y una tarea ingrata. |
09 | Valen más dos juntos que uno solo, porque es mayor la recompensa del esfuerzo. |
10 | Si caen, uno levanta a su compañero; pero ¡pobre del que está solo y se cae, sin tener a nadie que lo levante! |
11 | Además, si se acuestan juntos, sienten calor, pero uno solo ¿cómo se calentará? |
12 | Y a uno solo se lo domina, pero los dos podrán resistir, porque la cuerda trenzada no se rompe fácilmente. |
13 | Más vale un joven pobre y sabio que un rey viejo y necio, que ya no es capaz de hacerse aconsejar. |
14 | Aunque aquel salió de la cárcel para reinar y había sido pobre en su propio reino, |
15 | yo vi a todos los vivientes que caminan bajo el sol ponerse de parte del joven sucesor, que se erigió en lugar del otro. |
16 | Era una multitud interminable la que él encabezaba. Pero los que vendrán después tampoco estarán contentos con él, porque también esto es vanidad y correr tras el viento. |
17 | Vigila tus pasos cuando vayas a la Casa de Dios. Acércate dispuesto a escuchar, más bien que a ofrecer el sacrificio de los insensatos, porque ellos no se dan cuenta que obran mal. |