01 | Honra al médico por sus servicios, como corresponde, porque también a él lo ha creado el Señor. |
02 | La curación procede del Altísimo, y el médico recibe presentes del rey. |
03 | La ciencia del médico afianza su prestigio y él se gana la admiración de los grandes. |
04 | El Señor hizo brotar las plantas medicinales, y el hombre prudente no las desprecia. |
05 | ¿Acaso una rama no endulzó el agua, a fin de que se conocieran sus propiedades? |
06 | El Señor dio a los hombres la ciencia, para ser glorificado por sus maravillas. |
07 | Con esos remedios el médico cura y quita el dolor, y el farmacéutico prepara sus ungüentos. |
08 | Así, las obras del Señor no tienen fin, y de él viene la salud a la superficie de la tierra. |
09 | Si estás enfermo, hijo mío, no seas negligentes, ruega al Señor, y él te sanará. |
10 | No incurras en falta, enmienda tu conducta y purifica tu corazón de todo pecado. |
11 | Ofrece el suave aroma y el memorial de harina, presenta una rica ofrenda, como si fuera la última. |
12 | Después, deja actuar al médico, porque el Señor lo creó; que no se aparte de ti, porque lo necesitas. |
13 | En algunos casos, tu mejoría está en sus manos, |
14 | y ellos mismos rogarán al Señor que les permita dar una alivio y curar al enfermo, para que se restablezca. |
15 | El hombre que peca delante de su Creador, ¡que caiga en manos del médico! |
16 | Hijo mío, por un muerto, derrama lágrimas, y entona un lamento, como quien sufre terriblemente. Entierra su cadáver en la forma establecida y no descuides su sepultura. |
17 | Llora amargamente, golpéate el pecho, y observa el duelo que él se merece, uno o dos días, para evitar comentarios, y luego consuélate de tu tristeza. |
18 | Porque la tristeza lleva a la muerte y un corazón abatido quita las fuerzas. |
19 | En la desgracia la tristeza es permanente, y el corazón maldice una vida miserable. |
20 | No te dejes llevar por la tristeza, aléjala, acordándote de tu fin. |
21 | Nunca lo olvides: ¡no hay camino de retorno! Al muerto, no podrás serle útil y te harás mal a ti. |
22 | «Recuerda mi destino, que será también el tuyo: ayer a mí y hoy a ti». |
23 | Ya que el muerto descansa, deja en paz su memoria, y trata de consolarte, porque ha partido su espíritu. |
24 | La sabiduría del escriba exige tiempo y dedicación, y el que no está absorbido por otras tareas, se hará sabio. |
25 | ¿Cómo se hará sabio el que maneja el arado y se enorgullece de empuñar la picana, el que guía los bueyes, trabaja con ellos, y no sabe hablar más que de novillos? |
26 | El pone todo su empeño en abrir los surcos y se desvela por dar forraje a las terneras. |
27 | Lo mismo pasa con el artesano y el constructor, que trabajan día y noche; con los que graban las efigies de los sellos y modifican pacientemente los diseños: ellos se dedican a reproducir el modelo y trabajan hasta tarde para acabar la obra. |
28 | Lo mismo pasa con el herrero, sentado junto al yunque, con la atención fija en el hierro que forja: el vaho del fuego derrite su carne y él se debate con el calor de la fragua; el ruido del martillo ensordece sus oídos y sus ojos están fijos en el modelo del objeto; pone todo su empeño en acabar sus obras y se desvela por dejarlas bien terminadas. |
29 | Lo mismo pasa con el alfarero, sentado junto a su obra, mientras hace girar el torno con sus pies: está concentrado exclusivamente en su tarea y apremiado por completar la cantidad; |
30 | con su brazo modela la arcilla y con los pies vence su resistencia; pone todo su empeño en acabar el barnizado y se desvela por limpiar el horno. |
31 | Todos ellos confían en sus manos, y cada uno se muestra sabio en su oficio. |
32 | Sin ellos no se levantaría ninguna ciudad, nadie la habitaría ni circularía por ella. |
33 | Pero no se los buscará para el consejo del pueblo ni tendrán preeminencia en la asamblea; no se sentarán en el tribunal del juez ni estarán versados en los decretos de la Alianza. |
34 | No harán brillar la instrucción ni el derecho, ni se los encontrará entre los autores de proverbios. Sin embargo, ellos afianzan la creación eterna y el objeto de su plegaria son los trabajos de su oficio. |