01 | Oración del profeta Habacuc, en el tono de las lamentaciones. |
02 | ¡Señor, yo he oído tu renombre! ¡He visto tu obra, Señor! ¡En el curso de los años, hazla revivir, en el curso de los años, manifiéstala; pero en la conmoción, acuérdate de tener piedad! |
03 | Dios viene de Temán, y el Santo, del monte Parán. Su majestad cubre los cielos, y su alabanza cubre los cielos, y su alabanza llena la tierra. |
04 | Su resplandor es como la luz, brotan rayos de sus manos, y allí está el secreto de su fuerza. |
05 | Delante de él avanza la Peste, y la Fiebre sigue sus pasos. |
06 | El se detiene, y hace vacilar la tierra, mira, y hace estremecer a las naciones. ¡Se desmoronan las montañas eternas, se hunden las colinas antiguas, sus caminos de siempre! |
07 | Yo he visto anonadados a los campamentos de Cusán, se conmueven las carpas del país de Madián. |
08 | ¿Arde la ira del Señor contra los ríos? ¿Tu cólera se enciende contra los ríos y tu furor contra el mar, para que montes en tus caballos, en tus carros de guerra victoriosos? |
09 | Tú pones al desnudo tu arco y sacias de flechas su cuerda. Abres la tierra, y brotan torrentes. |
10 | Te ven las montañas y se espantan, pasa una lluvia torrencial, y el océano hace oír su voz y levanta sus manos en alto. |
11 | El sol y la luna se detienen en su morada, a la luz de tus flechas que vuelan, al resplandor del centelleo de lanza. |
12 | Con furia recorres la tierra, con ira pisoteas las naciones. |
13 | Has salido para salvar a tu pueblo, para salvar a tu Ungido; has abatido el techo de la casa del impío, has descubierto sus cimientos hasta la roca. |
14 | Has traspasado con tus flechas la cabeza de sus jefes, que se lanzaban tempestuosamente para destrozarme, entre gritos de alegría, como quien devora a un pobre ocultamente. |
15 | Con tus caballos has surcado el mar, entre el bullir de las aguas caudalosas. |
16 | Al oírlo, se conmovieron mis entrañas, ante el fragor, balbucean mis labios; la caries penetra en mis huesos y debajo de mí tiemblan mis pasos. Espero tranquilo el día de la angustia, que le sobrevendrá al pueblo que nos ataca. |
17 | Porque la higuera no florece, ni se recoge nada en las viñas; fracasa la cosecha del olivo y los campos no dan alimento; las ovejas desaparecerán del corral y no hay bueyes en los establos. |
18 | Pero yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en Dios, mi Salvador. |
19 | El Señor, mi Señor, es mi fortaleza: él da a mis pies la agilidad de las gacelas y me hace caminar por las alturas. |