01 | ¡Ay de ti, salteador que no has sido saqueado, traidor que no has sido traicionado! Cuando hayas terminado tus asaltos, te saltearán, y cuando hayas acabado con tus robos, te pillarán. |
02 | ¡Yavé, ten compasión, pues en ti esperamos! Sé tú nuestro apoyo, por la mañana, y nuestra salvación en el tiempo de la angustia. |
03 | Al sentir tus amenazas huyen los pueblos, tú te paras, y las naciones se dispersan: |
04 | ¡recojan su botín como lo hace la langosta, tírense encima como nube de langostas! |
05 | Grande es Yavé, pues mora en las alturas, El llena a Sión de justicia y de derecho. |
06 | El asegura, en todo tiempo, tu existencia; las riquezas que salvan son la sabiduría y la ciencia, el temor de Yavé será tu tesoro. |
07 | Miren cómo Ariel se queja por la calle y cómo lloran amargamente los embajadores que venían en son de paz. |
08 | Los caminos están desiertos, ya nadie pasa por allí. No respetaron el contrato, han faltado a su palabra, no han sido siquiera correctos. |
09 | La tierra está de luto y se muere, el Líbano ha sido humillado y queda árido, el Sarón parece un desierto, y un peladero, el Basán y el Carmelo. |
10 | «Ahora me levanto, dice Yavé, y me pongo de pie con toda mi estatura. |
11 | Ustedes sembraron heno y cosecharán sólo paja, mi respiración los quemará como una llama. |
12 | Los pueblos quedarán reducidos a cenizas, como zarzamora cortada a la que le prenden fuego. |
13 | Ustedes que están lejos, miren lo que he hecho, y los que están cerca, conozcan cuál es mi fuerza.» |
14 | En Sión, los pecadores se han espantado y los impíos han sido presa del pánico: «¿Quién de nosotros podrá resistir ese fuego devorador, quién convivirá con llamas que nunca se apagan?» |
15 | El que actúa siempre con honradez, el que dice la verdad y que se niega a conseguir algo con trampa; el que retira su mano para no aceptar la coima, que no quiere oír sugerencias criminales y no quiere ver procederes malos. |
16 | Este tendrá su casa en las alturas, vivirá seguro como en un castillo edificado sobre un peñasco y nunca le faltarán pan ni agua. Contempla a Sión |
17 | Tus ojos contemplarán a un rey en su esplendor y verán un país ampliado. |
18 | Entonces tu corazón recordará sus espantos, y dirás: «¿Dónde está el opresor que pesaba y contaba los impuestos y se llevaba a nuestros hijos?» |
19 | No verás más al pueblo insolente cuyo lenguaje no se puede entender, cuyas palabras te hacen reír y te suenan raras. |
20 | Contempla a Sión, la ciudad de nuestras fiestas, y que vean tus ojos a Jerusalén, la morada segura, la tienda que nunca se moverá. Sus estacas no cederán y no se romperá ninguna de sus cuerdas. |
21 | Aquí está Yavé, el que hace cosas grandes con nosotros más potente que los amplios canales. Aquí no cruzan los barcos de remo ni las naves poderosas, |
22 | sino que Yavé es el que nos gobierna, Yavé nos pone leyes, Yavé es nuestro rey, El nos salvará. |
23 | Tus cordeles se soltaron y ya no sostienen el mástil; no se izó la bandera. Entonces hubo que repartir un botín inmenso, hasta los cojos se echaron sobre los despojos; |
24 | y no hubo aquel día quién dijera: «Estoy enfermo». Al pueblo que allí vive, se le ha perdonado su deuda. |