01 | Vivía en la montaña de Efraín un hombre que se llamaba Micá. |
02 | Dijo a su madre: «Las mil cien monedas de plata que te habían robado y a propósito de las cuales habías pronunciado una maldición, maldición que oí con mis propios oídos, pues bien, esa plata la tengo yo: yo la había tomado». Su madre dijo inmediatamente: «¡Yavé bendiga a mi hijo!» |
03 | El le devolvió las mil cien monedas de plata. Pero su madre dijo: «Yo misma había dedicado este dinero a Yavé por mi hijo, para que hiciera un ídolo y una estatua de bronce; te puedes quedar con él». |
04 | El, sin embargo, entregó el dinero a su madre. Ella sacó doscientas monedas y se las dio a un orfebre. Con ellas hizo un ídolo y una estatua de bronce que quedaron en la casa de Micá. |
05 | Ese hombre, Micá, se hizo un pequeño santuario doméstico. Tenía un efod, terafim, y luego consagró a uno de sus hijos para que fuera su sacerdote. |
06 | En ese tiempo no había rey en Israel y cada uno hacía lo que le parecía bueno. |
07 | Había entonces en Belén de Judá un joven levita que vivía como huésped en ese clan de Judá. |
08 | Un día dejó Belén de Judá esperando que alguien lo adoptara donde fuera. Caminando llegó a la casa de Micá en la montaña de Efraín. |
09 | Micá le dijo: «¿De dónde vienes?» Respondió: «Soy un levita de Belén de Judá y busco quedarme como huésped donde encuentre». |
10 | Micá le dijo: «Quédate conmigo, serás para mí un padre y un sacerdote». Te daré diez monedas de plata al año y además alojamiento y comida». |
11 | El levita aceptó quedarse en la casa de ese hombre y ser para él como uno de sus hijos. |
12 | Micá consagró al levita y el joven pasó a ser su sacerdote, y prestaba servicios en la casa de Micá. |
13 | Entonces Micá pensó: «Ahora sé que Yavé me favorecerá porque tengo como sacerdote a un levita». |