01 | ¿No está llamando la Sabiduría y no hace oír su voz la Inteligencia? |
02 | En las cumbres más altas que bordean el camino, apostada en el cruce de los senderos, |
03 | al lado de las puertas, a la entrada de la ciudad, en los lugares de acceso, ella dice en alta voz: |
04 | "A ustedes, hombres, yo los llamo, y mi voz se dirige a los seres humanos. |
05 | Entiendan, incautos, qué es la perspicacia; entiendan, necios, qué es la sensatez. |
06 | Escuchen: es muy importante lo que voy a decir, mis labios se abren para expresar lo que es recto. |
07 | Sí, mi boca profiere la verdad, la maldad es una abominación para mis labios. |
08 | Todas mis palabras son conformes a la justicia, no hay en ellas nada retorcido o sinuoso; |
09 | todas son exactas para el que sabe entender y rectas para los que han hallado la ciencia. |
10 | Adquieran mi instrucción, no la plata, y la ciencia más que el oro acrisolado. |
11 | Porque la Sabiduría vale más que las perlas, y nada apetecible se le puede igualar". |
12 | Yo, la Sabiduría, habito con la prudencia y poseo la ciencia de la reflexión. |
13 | El temor del Señor es detestar el mal: yo detesto la soberbia, el orgullo, la mala conducta y la boca perversa. |
14 | A mí me pertenecen el consejo y la habilidad, yo soy la inteligencia, mío es el poder. |
15 | Por mí reinan los reyes y los soberanos decretan la justicia; |
16 | por mí gobiernan los príncipes y los nobles juzgan la tierra. |
17 | Yo amo a los que me aman y los que me buscan ardientemente, me encontrarán. |
18 | Conmigo están la riqueza y la gloria, los bienes perdurables y la justicia. |
19 | Mi fruto vale más que el oro, que el oro fino, y rindo más que la plata acrisolada. |
20 | Yo voy por el sendero de la justicia, en medio de las sendas de la equidad, |
21 | para repartir posesiones a los que me aman y para colmar sus tesoros. |
22 | El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. |
23 | Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. |
24 | Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas caudalosas. |
25 | Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo nací, |
26 | cuando él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros elementos del mundo. |
27 | Cuando él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano, |
28 | cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del océano, |
29 | cuando fijaba su límite al mar para que las aguas no transgredieran sus bordes, cuando afirmaba los cimientos de la tierra, |
30 | yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día, recreándome delante de él en todo tiempo, |
31 | recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres. |
32 | Y ahora, hijos, escúchenme: ¡felices los que observan mis caminos! |
33 | Escuchen la instrucción y sean sabios: ¡no la descuiden! |
34 | ¡Feliz el hombre que me escucha, velando a mis puertas día tras día y vigilando a la entrada de mi casa! |
35 | Porque el que me encuentra ha encontrado la vida y ha obtenido el favor del Señor; |
36 | pero el que peca contra mí se hace daño a sí mismo y todos los que me odian, aman la muerte. |