01 | De David. Bendito sea el Señor, mi Roca, el que adiestra mis brazos para el combate y mis manos para la lucha. |
02 | El es mi bienhechor y mi fortaleza, mi baluarte y mi libertador; él es el escudo con que me resguardo, y el que somete los pueblos a mis pies. |
03 | Señor, ¿qué es el hombre para que tú lo cuides, y el ser humano, para que pienses en él? |
04 | El hombre es semejante a un soplo, y sus días son como una sombre fugaz. |
05 | Inclina tu cielo, Señor, y desciende; toca las montañas para que arrojen humo. |
06 | Lanza un rayo y dispersa a tus enemigos, dispara tus flechas, y confúndelos. |
07 | Extiende tu mano desde lo alto, y líbrame de las aguas caudalosas; sálvame del poder de los extranjeros, |
08 | que dicen mentiras con la boca y tienen las manos llenas de traición. |
09 | Dios mío, yo quiero cantarte un canto nuevo y tocar para ti con el arpa de diez cuerdas, |
10 | porque tú das la victoria a los reyes y libras a David, tu servidor. Líbrame de la espada maligna, |
11 | sálvame del poder de los extranjeros, que dicen mentiras con la boca y tienen las manos llenas de traición. |
12 | Que nuestros hijos sean como plantas, florecientes en plena juventud; que nuestras hijas se asemejen a columnas, esculpidas como las de un palacio. |
13 | Que nuestros graneros estén repletos con productos de todas las especies; que nuestros rebaños se reproduzcan a millares en todas nuestras praderas. |
14 | Que nuestros bueyes estén bien cargados, que no haya brechas ni aberturas en los muros ni gritos de angustia en nuestras plazas. |
15 | ¡Feliz el pueblo que tiene todo esto, feliz el pueblo cuyo Dios es el Señor! |