01 | Del maestro de coro. Al estilo de Iedutún. Salmo de David. |
02 | Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación; |
03 | sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. |
04 | ¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlo como a una pared que cede o a una tapia ruinosa? |
05 | Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira: con la boca bendicen, con el corazón maldicen. |
06 | Descansa sólo en Dios, alma mía, porque él es mi esperanza; |
07 | sólo él es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré. |
08 | De Dios viene mi salvación y mi gloria, él es mi roca firme, Dios es mi refugio. |
09 | Pueblo suyo, confiad en él, desahogad ante él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio. |
10 | Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia: todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo. |
11 | No confiéis en la opresión, no pongáis ilusiones en el robo; y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón. |
12 | Dios ha dicho una cosa, y dos cosas que he escuchado: «Que Dios tiene el poder |
13 | y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada uno según sus obras». |