01 | Del maestro de coro. Con la cítara de Gat. De los hijos de Coré. Salmo. |
02 | ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos! |
03 | Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor, mi corazón y mi carne retozan por el Dios vivo. |
04 | Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nido donde colocar sus polluelos: tus altares, Señor de los ejércitos, Rey mío y Dios mío. |
05 | Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre. |
06 | Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación: |
07 | cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis, como si la lluvia temprana los cubriera de bendiciones; |
08 | caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sión. |
09 | Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob. |
10 | Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo, mira el rostro de tu Ungido. |
11 | Vale más un día en tus atrios que mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los malvados. |
12 | Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria; el Señor no niega sus bienes a los de conducta intachable. |
13 | ¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti! |