01 | Cuando Jesús terminó todos estos discursos, dijo a sus discípulos: |
02 | «Ustedes saben que la Pascua cae dentro de dos días, y el Hijo del Hombre será entregado para ser crucificado.» |
03 | Por entonces, los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías se reunieron en el palacio del sumo sacerdote, que se llamaba Caifás, |
04 | y se pusieron de acuerdo para detener a Jesús con artimañas y darle muerte. |
05 | Pero se decían: «No será durante la fiesta, para que el pueblo no se alborote.» |
06 | Jesús se encontraba en Betania, en casa de Simón el leproso. |
07 | Se acercó a él una mujer, mientras estaba a la mesa, con un frasco de mármol precioso lleno de un perfume muy caro, y se lo derramó en la cabeza. |
08 | Al ver esto, los discípulos protestaban: «¿Para qué tanto derroche? |
09 | Este perfume se podía haber vendido muy caro para ayudar a los pobres.» |
10 | Jesús se dio cuenta y les dijo: «¿Por qué molestan a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es realmente una buena obra. |
11 | Siempre tienen a los pobres con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre. |
12 | Al derramar este perfume sobre mi cuerpo, ella preparaba mi entierro. |
13 | En verdad les digo: dondequiera que se proclame el Evangelio, en todo el mundo, se contará también su gesto, y será su gloria.» |
14 | Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes |
15 | y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. |
16 | Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo. |
17 | El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?» |
18 | Jesús contestó: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.» |
19 | Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. |
20 | Llegada la tarde, Jesús se puso a la mesa con los Doce. |
21 | Y mientras comían, les dijo: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.» |
22 | Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo, Señor?» |
23 | El contestó: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. |
24 | El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!» |
25 | Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: «¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho.» |
26 | Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.» |
27 | Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: |
28 | esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de sus pecados. |
29 | Y les digo que desde ahora no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.» |
30 | Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos. |
31 | Entonces Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de mí. Pues dice la Escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas. |
32 | Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea.» |
33 | Pedro empezó a decirle: «Aunque todos tropiecen, yo nunca dudaré de ti.» |
34 | Jesús le replicó: «Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.» |
35 | Pedro insistió: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y los demás discípulos le aseguraban lo mismo. |
36 | Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní, y dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.» |
37 | Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. |
38 | Y les dijo: «Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos.» |
39 | Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: «Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» |
40 | Volvió donde sus discípulos, los halló dormidos; y dijo a Pedro: «¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo? |
41 | Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.» |
42 | De nuevo se apartó por segunda vez a orar: «Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.» |
43 | Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos, pues se les cerraban los ojos de sueño. |
44 | Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras. |
45 | Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: «¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. |
46 | ¡Levántense, vamos! El traidor está a punto de llegar.» |
47 | Estaba todavía hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce. Iba acompañado de una chusma armada con espadas y garrotes, enviada por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades judías. |
48 | El traidor les había dado esta señal: «Al que yo dé un beso, ése es; arréstenlo.» |
49 | Se fue directamente donde Jesús y le dijo: «Buenas noches, Maestro.» Y le dio un beso. |
50 | Jesús le dijo: «Amigo, haz lo que vienes a hacer.» Entonces se acercaron a Jesús y lo arrestaron. |
51 | Uno de los que estaban con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo sacerdote, cortándole una oreja. |
52 | Entonces Jesús le dijo: «Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada perecerá por la espada. |
53 | ¿No sabes que podría invocar a mi Padre y él, al momento, me mandaría más de doce ejércitos de ángeles? |
54 | Pero así había de suceder, y tienen que cumplirse las Escrituras.» |
55 | En ese momento, Jesús dijo a la gente: «A lo mejor buscan un ladrón y por eso salieron a detenerme con espadas y palos. Yo sin embargo me sentaba diariamente entre ustedes en el Templo para enseñar, y no me detuvieron. |
56 | Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron. |
57 | Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías. |
58 | Pedro lo iba siguiendo de lejos, hasta llegar al palacio del sumo sacerdote. Entró en el patio y se sentó con los policías del Templo, para ver en qué terminaba todo. |
59 | Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús, para poderlo condenar a muerte. |
60 | Pero pasaban los falsos testigos y no se encontraba nada. Al fin llegaron dos |
61 | que declararon: «Este hombre dijo: Yo soy capaz de destruir el Templo de Dios y de reconstruirlo en tres días.» |
62 | Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué es esto que declaran en contra tuya?» |
63 | Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo: «En el nombre del Dios vivo te ordeno que nos contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?» |
64 | Jesús le respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.» |
65 | Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas. |
66 | ¿Qué deciden ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!» |
67 | Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas, mientras otros lo golpeaban. |
68 | diciéndole: «Mesías, ¡adivina quién te pegó!» |
69 | Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio. Una sirvienta se acercó y le dijo: «Tú también estabas con Jesús, el Galileo». |
70 | Pero él lo negó delante de todos, diciendo: «No sé de qué estás hablando.» |
71 | Y como Pedro se dirigiera hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los presentes: «Este hombre andaba con Jesús de Nazaret.» |
72 | Pedro lo negó por segunda vez, jurando: «Yo no conozco a ese hombre.» |
73 | Un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «Sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu modo de hablar.» |
74 | Entonces Pedro empezó a proferir maldiciones y a afirmar con juramento que no conocía a aquel hombre. Y en aquel mismo momento cantó un gallo. |
75 | Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces». Y saliendo fuera, lloró amargamente. |