¿Te ha sucedido que tienes una tarea importante que hacer y en lugar de ponerte a trabajar en ella, te distraes con actos irrelevantes o acciones que para nada tienen que ver con ese asunto tan importante? En este espacio revelaremos por qué tendemos a procrastinar y cómo podemos manejar esta conducta.
No se trata de pereza, desinterés o mala gestión del tiempo. Según revelan diversos estudios realizados en Estados Unidos y Canadá el procrastinar va más allá de eso. Pero empecemos por el principio: ¿qué significa procrastinar?
Etimológicamente, "procrastinación" se deriva del verbo en latín procrastinare que significa postergar hasta mañana. Sin embargo, es más que postergar voluntariamente. La procrastinación también deriva de la palabra del griego antiguo akrasia, que se trata de hacer algo en contra de nuestro mejor juicio.
Este acto que pudiera parecer inofensivo, en realidad nos retrasa y limita, pues enfocarnos en otras actividades menos importantes y que no tienen nada que ver con la tarea principal es una mala idea pero aun así lo hacemos.
Fuschia Sirois, profesora de Psicología en la Universidad de Sheffield dice que "las personas que se enganchan en un círculo irracional de procrastinación es debido a una incapacidad para manejar estados de ánimo negativos en torno a una tarea".
Aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frustración, resentimiento y más, pueden ser aquellos estados de ánimo que nos llevan a postergar las tareas importantes.
El problema aquí es que además de dejar de lado esa actividad, invirtiendo tiempo en otras de menos relevancia; a la larga, cuando volvamos a ella, nos enfrentaremos ante estrés y ansiedad aumentados, sentimientos de baja autoestima y de culpabilidad.
Los pensamientos que tenemos sobre procrastinación suelen exacerbar nuestra angustia y estrés, lo que contribuye a todavía más procrastinación, dijo Sirois.
Por otro lado, cuando procrastinamos sentimos un alivio temporal. En el presente inmediato, suspender una tarea brinda alivio y el conductismo básico nos ha enseñado que cuando somos recompensados por algo, tendemos a hacerlo de nuevo.
Esta es precisamente la razón por la que la procrastinación tiende a no ser un comportamiento de una vez, sino un círculo, uno que fácilmente se convierte en un hábito crónico.
Además tomemos en cuenta que con el paso del tiempo, la procrastinación crónica afecta no solo a la productividad, sino que además tiene efectos destructivos medibles en nuestra salud mental y física,
Incluidos angustia general psicológica, baja satisfacción con nuestra vida, enfermedades crónicas e incluso hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
A continuación algunas sugerencias que pueden ayudarte a dejar de postergar aquellas tareas importantes:
Durante estos lapsos de tiempo dedícate a hacer las mini tareas en las que dividiste tu trabajo: es muy posible que eso te dé el impulso necesario para poner a tu cerebro en un estado de concentración profunda.
Si estás muy concentrad@, ignora tus minutos de descanso y sigue trabajando en esa tarea principal. Es mejor aprovechar esos momentos al máximo.
Finalmente, aléjate de la televisión, el celular, tus libros y cualquier otra cosa que desate tus impulsos distractores.
FUENTES: