El sistema inmunitario es un mecanismo de defensa tan complejo como potente. Su función primaria es defender el cuerpo de agentes patógenos, que son organismos que causan enfermedades, como los virus y las bacterias.
En un organismo sano el sistema inmunológico cumple muy bien su función, pero debido a errores genéticos durante el desarrollo embrionario o por cuestiones hereditarias, es decir, que pasan de padres a hijos, es posible que las células del sistema inmune están mal "programadas" y creen que las células de nuestro propio cuerpo son una amenaza que debe ser erradicada.
Cuando esto sucede, la persona padece una enfermedad llamada autoinmune, pues su origen no procede del exterior (ni infecciones, ni lesiones, ni consumo de sustancias, ni exposición a agentes cancerígenos), sino del propio cuerpo y que dependiendo de cómo sea la desregulación, la gravedad va desde leve hasta potencialmente mortal.
Hoy se conocen más de 80 enfermedades autoinmunes diferentes, las cuales tiene síntomas diferentes, aunque hay uno que es común en todas: la inflamación de las áreas afectadas.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las enfermedades autoinmunes afectan entre el 3 % y el 7 % de la población mundial, pero a pesar de que muchas de ellas son enfermedades poco comunes, la suma de todas hace que los trastornos autoinmunes tengan una alta incidencia en el mundo.
A continuación, te damos un listado donde se encuentran las más comunes:
Caracterizada por una reacción de sensibilidad por parte del sistema inmune al consumo de gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la cebada, el centeno y la avena.
Cuando el organismo detecta que se ha consumido gluten, empieza a dañar a las vellosidades intestinales, las cuales son necesarias para absorber los nutrientes. A causa de este daño, las personas celíacas tienen problemas de salud si consumen gluten.
Los síntomas más comunes después de comer productos con gluten son:
Al ser un trastorno autoinmune de origen genético, la celiaquía no puede curarse. La única manera de evitar los síntomas es llevar una dieta sin gluten de por vida.
La diabetes, una enfermedad caracterizada por un exceso de azúcar en sangre, puede ser de dos tipos: 1 y 2.
La diabetes de tipo 2 es la más común y está relacionada con el sobrepeso, pues si se consume mucho azúcar en la dieta, es posible que las células se vuelvan resistentes a la acción de la insulina (la hormona que hace que la glucosa entre a las células y no circule libremente por la sangre) y aparezca la diabetes.
La diabetes de tipo 1, en cambio, no está relacionada con un estilo de vida poco saludable, sino que viene dada por un error genético. Es decir, es una enfermedad autoinmune.
En este caso, el sistema inmune empieza a atacar a las células productoras de insulina del páncreas, por lo que no se produce suficiente cantidad de esta hormona y el azúcar viaja libremente por la sangre.
La diabetes tiene los siguientes síntomas: pérdida de peso, mucha sed, aparición de llagas que tardan en cicatrizar, fatiga, debilidad, infecciones recurrentes, visión borrosa.
Puede derivar en problemas graves de salud (enfermedades cardiovasculares y renales, depresión, daño a los nervios, etc), pudiendo incluso provocar la muerte.
Dado que no puede curarse, el tratamiento consiste en inyecciones de insulina cuando sea necesario y cuidar mucho la dieta incluyendo la actividad física en el estilo de vida.
La enfermedad de Addison es un trastorno autoinmune en el que las células inmunitarias atacan a las glándulas suprarrenales, las cuales están ubicadas en los riñones, provocando que estas no puedan producir la cantidad necesaria de hormonas.
Las hormonas que dejan de producirse adecuadamente son el cortisol y la aldosterona, lo que provoca que la persona no pueda degradar bien las grasas ni pueda aumentar su presión sanguínea a los valores óptimos, respectivamente.
Esto viene acompañado de determinados síntomas: pérdida de peso, disminución del apetito, fatiga extrema, baja presión sanguínea, dolor abdominal, depresión, caída de cabello, hipoglucemia (poco azúcar en sangre), oscurecimiento de la piel, irritabilidad, etc.
No puede curarse, por lo que el tratamiento consistirá en tomar reemplazos de las hormonas afectadas de por vida.
El Lupus Eritematoso Sistémico es una enfermedad autoinmune en la que las células inmunitarias empiezan a atacar a diferentes órganos y tejidos sanos, entre ellos la piel, los riñones, el cerebro y las articulaciones, entre otros.
Los síntomas más frecuentes son los siguientes: dolor e hinchazón en las articulaciones (especialmente dedos, manos, muñecas y rodillas), dolor torácico, fiebre sin causa aparente, fatiga y debilidad, aparición de llagas en la boca, sensibilidad a la luz del sol, erupciones cutáneas, inflamación de ganglios linfáticos, malestar general, pérdida de peso, disminución del apetito.
También habrá otros síntomas dependiendo de la región del cuerpo afectada. Por ejemplo, si el daño es en el cerebro, habrá dolor de cabeza, cambios de personalidad, problemas de visión, en cambio, si afecta al corazón se presenta inflamación de los músculos cardíacos, arritmias.
No hay cura y el tratamiento dependerá de la región afectada del cuerpo y de la gravedad de los síntomas, aunque los antiinflamatorios son los medicamentos más recetados.
La artritis reumatoide es un trastorno autoinmune en el que las células del sistema inmunitario atacan a las articulaciones, dañándolas y haciendo que haya un exceso de líquido sinovial. Esto provoca que los huesos y los cartílagos rocen constantemente entre sí.
El síntoma principal de la artritis es el dolor en las articulaciones (especialmente manos, pies, rodillas, muñecas, codos) y la rigidez. Puede haber otros síntomas: cansancio, fiebre, sequedad de boca, hormigueo en las extremidades, etc.
Los antiinflamatorios son útiles para reducir el exceso de líquido sinovial, disminuyendo, pues, la inflamación y paliando los síntomas.
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que las células del sistema inmunitario empiezan a atacar a la vaina protectora de las neuronas, lo que conduce a una neurodegeneración que provoca discapacidad.
Se trata de una enfermedad no mortal (a diferencia de la esclerosis lateral amiotrófica) con unos síntomas que dependen de los nervios afectados, aunque el más común es la pérdida de la capacidad de andar correctamente. Se observan también espasmos musculares, temblores, debilidad, falta de equilibrio, problemas de visión, dolor facial, mareos, etc.
Pese a no existir cura, los tratamientos actuales ayudan a controlar los síntomas y a ralentizar el progreso de la enfermedad en la medida de lo posible.
El síndrome de Guillain-Barré es una enfermedad autoinmune en la que las células del sistema inmunitario atacan también a los nervios.
Suele provocar debilidad corporal y hormigueo en las extremidades, aunque progresa rápidamente hasta dar lugar a una parálisis de los órganos vitales, por lo que acaba resultando mortal.
Por ello, las personas que empiezan a tener los síntomas típicos deben ser ingresadas con la mayor precocidad posible, pues el tratamiento permitirá superar la enfermedad. Pese a que se puede curar, dejará algunas secuelas: debilidad, fatiga y entumecimiento de las extremidades.
La Miastenia Grave es una enfermedad autoinmune en la que las células del sistema inmunitario impiden que los nervios transmitan información a los músculos.
No afecta a los músculos controlados por el sistema nervioso autónomo, es decir, no hay problemas con el corazón o el tubo digestivo. El problema está en los músculos que se mueven voluntariamente, los que están bajo nuestro control.
El principal síntoma es la debilidad muscular, lo que se traduce en problemas para respirar, hablar, caminar, levantar objetos, masticar y tragar, etc. Por lo tanto, es común la fatiga, los problemas de visión, parálisis facial, mantener la cabeza caída, entre otros.
No hay cura para esta enfermedad, aunque los medicamentos pueden ayudar a mejorar la comunicación entre nervios y músculos, algo que, junto con llevar un estilo de vida saludable, puede reducir los síntomas.
La dermatomiositis es una enfermedad dermatológica que, pese a que puede ser provocada por una infección vírica, suele tener su origen en un trastorno autoinmune. Las células del sistema inmunitario atacan a las células de la piel, provocando inflamación y erupciones.
Los síntomas más comunes son los siguientes: erupciones cutáneas de color rojo, enrojecimiento de los párpados superiores, debilidad muscular, dificultad para respirar y problemas para tragar.
El tratamiento consiste en la administración de corticoesteroides, unos medicamentos que funcionan como antiinflamatorios e inmunosupresores, reduciendo la actividad del sistema inmune para que no provoque tantos daños.
La tiroiditis de Hashimoto es un trastorno autoinmune en el que las células del sistema inmunitario atacan a la glándula tiroides, lo que provoca una afectación en la producción de hormonas, conduciendo así a un hipotiroidismo.
Cuando no hay suficientes hormonas tiroides en el cuerpo, el metabolismo no puede ser controlado adecuadamente, lo que conduce a una serie de síntomas: aumento de peso, ritmo cardíaco lento, aumento de colesterol en sangre, somnolencia, ronquera, depresión, dolor en las articulaciones, estreñimiento, hinchazón de la cara, debilidad y fatiga, piel seca, etc.
Pese a no existir cura, los tratamientos basados en la administración de medicamentos que reemplazan las hormonas afectadas suelen ser útiles para reducir la sintomatología.
Es un trastorno autoinmunitario que lleva a hiperactividad de la glándula tiroides (hipertiroidismo).
Se debe a una respuesta anormal del sistema inmunitario que lleva a la glándula tiroides a producir demasiada hormona tiroidea. La enfermedad de Graves es más común en las mujeres de más de 20 años. Pero el trastorno puede ocurrir a cualquier edad y también puede afectar a los hombres.
Entre sus síntomas se cuentan la ansiedad e irritabilidad, un temblor leve en las manos o los dedos, sensibilidad al calor y aumento en la sudoración, o piel caliente y húmeda, pérdida de peso, a pesar de hábitos alimentarios normales y dilatación de la glándula tiroides (bocio).
Es una disminución en los glóbulos rojos que ocurre cuando los intestinos no pueden absorber apropiadamente la vitamina B12.
Una proteína especial, llamada factor intrínseco (FI), ayuda la vitamina B12 para que pueda ser absorbida por los intestinos. Esta proteína es secretada por células en el estómago. Cuando el estómago no produce suficiente factor intrínseco, el intestino no puede absorber apropiadamente la vitamina B12.
Las causas más comunes de anemia perniciosa es el debilitamiento del revestimiento del estómago (gastritis atrófica) o una afección autoinmunitaria en la cual el sistema inmunitario del cuerpo ataca a la proteína del factor intrínseco actual o a las células en el revestimiento del estómago que lo producen.
En pocas ocasiones, la anemia perniciosa se transmite de padres a hijos, lo cual se denomina anemia perniciosa congénita. Los bebés con este tipo de anemia no producen suficiente factor intrínseco o no pueden absorber apropiadamente la vitamina B12 en el intestino delgado.
En los adultos, los síntomas de la anemia perniciosa por lo general no se ven hasta después de la edad de 30 años. La edad promedio de diagnóstico es a los 60 años.
Entre los síntomas se encuentran: diarrea o estreñimiento, náusea, vómitos, fatiga, falta de energía o mareo al pararse o hacer esfuerzo, pérdida del apetito, piel pálida (ictericia leve), dificultad para respirar, sobre todo durante el ejercicio y acidez.
Síndrome de Sjögren
Es un trastorno autoinmunitario en el cual se destruyen las glándulas que producen las lágrimas y la saliva, lo que causa resequedad en la boca y en los ojos. Este trastorno puede afectar a otras partes del cuerpo, incluso los riñones y los pulmones.
Se desconoce la causa del síndrome de Sjögren y ocurre con mayor frecuencia en mujeres de 40 a 50 años y es poco frecuente en niños.
El síndrome de Sjögren secundario ocurre solo con otro trastorno autoinmunitario como artritis reumatoidea (AR), lupus, esclerodermia, polimiositis, la hepatitis C.
Entre sus síntomas están picazón y ardor en los ojos, dificultad para tragar o comer alimentos secos, pérdida del gusto, problemas para hablar, úlceras bucales, deterioro en los dientes y encías; fatiga, fiebre, inflamación y dolor articular, alergia en la piel, tos, latidos cardíacos irregulares, náuseas y acidez.
El tratamiento está enfocado en aliviar los síntomas, por ejemplo, la resequedad en los ojos se puede tratar con lágrimas artificiales, ungüentos lubricantes para los ojos o ciclosporina líquida.
Por otro lado, los fármacos antirreumáticos pueden mejorar los síntomas del síndrome de Sjögren. Incluyen inhibidores del factor de necrosis tumoral.
Psoriasis/artritis psoriásica
Las células de la piel normalmente crecen y luego se desprenden cuando dejan de ser necesarias. La psoriasis hace que las células de la piel se multipliquen demasiado rápido. Las células adicionales se acumulan y forman parches rojos inflamados, comúnmente con escamas de placa color blanco plateado en la piel.
Hasta el 30% de las personas con psoriasis también desarrollan hinchazón, rigidez y dolor en las articulaciones. Esta forma de la enfermedad se llama artritis psoriásica.
La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) es un término que se usa para describir las afecciones que causan inflamación en el revestimiento de la pared intestinal. Cada tipo de EII afecta una parte diferente del tracto gastrointestinal (GI).
La enfermedad de Crohn puede inflamar cualquier parte del GI, desde la boca hasta el ano. Por su parte, la colitis ulcerosa afecta solo el revestimiento del intestino grueso (colon) y el recto.
Los síntomas de la enfermedad intestinal inflamatoria varían según la intensidad de la inflamación y el lugar donde se desarrolla, entre ellos están: diarrea, fatiga, dolor y cólicos abdominales, sangre en las heces, disminución del apetito y pérdida de peso involuntaria.
FUENTES: