La viruela del mono es una enfermedad que se da principalmente en zonas muy remotas de África, las cuales se encuentran en selvas tropicales.
Desde que en 1970 se identificase el primero caso en humanos en la República Democrática del Congo, se han ido registrando casos esporádicamente en diversos países centroafricanos y en el oeste de África; y algún caso ocasional de carácter importado en países como Estados Unidos, Israel y el Reino Unido.
Se tienen además registros que a inicios del mes de mayo del 2022 hubo un nuevo brote en España, Portugal y Canadá. En años anteriores había sido detectada también en Singapur, pero recientemente los casos de los que se tiene conocimiento se han multiplicado, causando una alerta sanitaria.
La viruela del mono es una enfermedad emergente de carácter zoonótico, es decir, que puede pasar de animales a humanos. Es causada por un virus que lleva el mismo nombre y que pertenece al género Orthopoxvirus; el mismo que la viruela, la vaccinia (el virus usado como vacuna contra la viruela), o la viruela de las vacas.
Se conoce como viruela del mono porque se descubrió en el año 1958 en colonias de monos usados con fines de investigación. Se desconoce cuál es el reservorio animal del virus, aunque sí se sabe que en África roedores y primates pueden albergarlo y transmitirlo.
El virus de la viruela del mono se transmite principalmente a través del contacto estrecho con personas, animales o muestras infectadas o bien a través de gotas respiratorias.
Su entrada se produce a través de brechas en la piel, mucosas o vías respiratorias. Posiblemente, pueda darse la transmisión a través de fómites (contacto con material contaminado, como por ejemplo ropa de cama de una persona infectada).
La viruela del mono y la varicela no son lo mismo. Aunque ambas enfermedades presentan ampollas en la piel, la viruela del mono no ocasiona comezón. Un paciente con esta enfermedad puede presentar un dolor intenso en la zona, pero no picor.
En el caso de la varicela desde que aparecen las pústulas (erupciones) genera picazón, mientras que con la viruela del mono solo se presenta esta sensación cuando las costras aparecen.
Una de las características que diferencia la viruela del mono de otras enfermedades similares es la inflamación de los ganglios linfáticos antes que aparezcan las erupciones en la piel.
¿Quiénes corren más riesgo?
Todos tenemos un riesgo similar de enfermarnos, pero la gravedad de la enfermedad va a ser mayor en las personas con diabetes, hipertensión, obesidad y problemas inmunológicos.
Hay que destacar que los casos graves se producen con mayor frecuencia en los niños menores de 16 años, y su evolución depende del grado de exposición al virus; el estado de salud del paciente y la naturaleza de las complicaciones. Las deficiencias inmunitarias pueden causar peores resultados.
Aunque la vacunación contra la viruela protegía en el pasado, hoy en día las personas menores de 40 a 50 años de edad (según el país) pueden ser más susceptibles a la viruela del mono debido a que no hubo campañas de vacunación contra la viruela en todo el mundo, después de la erradicación de la enfermedad.
La viruela del mono suele ser una enfermedad autolimitada, con síntomas que duran de 2 a 4 semanas.
El periodo de incubación (intervalo entre la infección y la aparición de los síntomas) de la viruela del mono suele ser de 6 a 13 días, aunque puede variar entre 5 y 21 días.
La infección puede dividirse en dos periodos:
La erupción evoluciona secuencialmente de máculas (lesiones con una base plana) a pápulas (lesiones firmes ligeramente elevadas), vesículas (lesiones llenas de líquido claro), pústulas (lesiones llenas de líquido amarillento) y costras que se secan y se caen.
El número de lesiones varía de unas pocas a varios miles. En casos graves, las lesiones pueden unirse y hacer que se desprendan grandes secciones de piel.
Las complicaciones de la viruela del mono pueden ser infecciones secundarias, bronconeumonía, síndrome séptico, encefalitis e infección de la córnea con la consiguiente pérdida de la visión.
A lo largo de la historia, la tasa de letalidad de la viruela del mono ha oscilado entre el 0% y el 11% en la población general, y ha sido mayor entre los niños pequeños. Recientemente, la tasa de letalidad ha sido de alrededor del 3%-6%.
Se diagnostica por medio de antecedente epidemiológico, generalmente viajes, contacto con personas infectadas o exposición ocupacional.
Seguidamente, a través de los signos y síntomas ya mencionados y finalmente con demostración del virus mediante PCR en muestra de las lesiones, generalmente cutáneas. También puede realizarse test serológico para demostrar respuesta inmune específica ante el virus.
Lo más importante es el aislamiento, el reposo, evitar rascarse justamente para que la comezón no provoque heridas ni complicaciones ni el paciente no se exponga a otras infecciones.
La sana distancia es una cuestión fundamental. Si alguien viene regresando del extranjero es recomendable por lo pronto que esa misma persona se abstenga de acercarse a otros. Además se recomienda:
Aún no existe un tratamiento ni vacuna específica para la viruela del mono.
Lo que se ha utilizado es la vacuna de la viruela, que ha demostrado tener una efectividad del 85%.
De hecho, se piensa que no se habían presentado más brotes de viruela del mono, justamente porque todavía la mayoría de la población estaba inmunizada con aquella vacuna. Quienes nacieron antes de 1972 recibieron esta vacuna, que era muy buena porque daba inmunidad de por vida.
Los casos de viruela del mono son muy poco frecuentes fuera de determinados países del oeste y el centro de África.
El primer brote detectado fuera del continente africano se produjo en Estados Unidos en 2003 y constó de 47 casos. Sin embargo (o precisamente por todo ello), existen algunos indicios preocupantes en torno a la actual alerta sanitaria en Europa.
El hecho de que aparezcan casos importados de manera prácticamente simultánea en distintos países no es, desde luego, un síntoma alentador.
Se trata de una evidencia de que, más allá del primer caso detectado en el Reino Unido, de naturaleza importada, se estaría produciendo una transmisión comunitaria. De hecho, la falta de conexión entre algunos de los casos confirmados sugiere que existe más de una cadena de transmisión, lo que a su vez hace pensar en la posibilidad de que existan casos adicionales todavía sin detectar.
Sin embargo, hay una serie de lecciones aprendidas de la pandemia de covid-19 que podemos tomar en cuenta:
No debemos subestimar las enfermedades emergentes, hasta tener datos reales de la magnitud del problema, esto incluye número de casos activos, transmisibilidad, grupos de riesgo, etc. Se puede decir su alcance.
La transmisión sostenida en países vecinos generalmente se correlaciona con la transmisión en nuestro país.
La alarma genera miedo y desinformación, esto puede manejarse con transparencia e información amplia y de calidad.
FUENTES:
