Cuando nos hablan de vino de mesa nuestra mente inmediatamente ubica al tinto, ya que este es más popular tanto por su sabor como propiedades, sin embargo el vino blanco no se queda atrás, éste también es muy propio para acompañar algunos platillos y goza de diversas propiedades. A diferencia de lo que se suele creer, el vino blanco puede elaborarse con uva blanca o negra como la garnacha blanca, albariño, verdejo, godello, moscatel, etc. Pero las variedades que más se cultivan de uva blanca son la sauvignon, la chardonnay y la riesling mientras que de la uva negra, la pinot noir es la más cultivada para su elaboración. Se pueden obtener vinos blancos secos o dulces. El más popular es el vino seco, que se obtiene fermentando de forma ininterrumpida el mosto, mientras que al detener la fermentación se consigue un vino dulce. Es fresco, suave y frutal, muy recomendado para los días calurosos. En cuanto a sus tonalidades, el vino blanco puede variar entre un amarillo pajizo, amarillo verdoso u oro. Cada botella suele indicar las condiciones óptimas de temperatura para su consumo, que corresponden con aquellas que permiten al vino explotar todo su potencial de sabor y aroma. Lo mismo sucede con las copas donde debe degustarse: cada cosecha tiene una copa predilecta en la que podemos apreciar al máximo sus propiedades organolépticas. Los vinos jóvenes se suelen servir siempre fríos, los expertos recomiendan que se tomen a una temperatura que no sea inferior a los 12º centígrados, ya que por debajo de los 8º sus cualidades aromáticas son imposibles de apreciar Se sugiere maridarlo con quesos como el brie, quesos tiernos o incluso con algunos curados. También funcionan muy bien con platos de carne, como guisos o sopas, o que contengan paté y por supuesto, con platos de pescado o marisco.
Propiedades del vino blanco para la salud
El vino blanco cuenta con una gran variedad de propiedades muy interesantes para el consumidor. Es rico en antioxidantes, lo que nos ayuda a, por ejemplo, incrementar el nivel de colesterol "bueno" en la sangre, mantener nuestra piel y nuestras células jóvenes o reforzar nuestro sistema inmunológico. Al consumirse con prudencia previene enfermedades cardiovasculares. Tomar vino de forma moderada y controlada disminuye el riesgo cardiometabólico en personas diabéticas. Además, reduce la coagulación de la sangre, lo que protege el corazón del envejecimiento y es adecuado para prevenir ataques al corazón. El vino blanco afecta positivamente en el endotelio, el tejido que tapiza el interior del corazón y todos los vasos sanguíneos, puesto que disminuye el rozamiento entre los vasos sanguíneos y linfáticos. Diversos estudios demuestran que el consumo moderado de vino blanco, a la larga, te ayuda a combatir el colesterol. Esto no quiere decir que con solo una copa de vino al día consigas resultados, pero servirá de ayuda y refuerzo en tu lucha contra el colesterol. Además, ayuda también a controlar el nivel de glucosa en sangre. Mejora la salud pulmonar. La ingesta moderada de vino blanco a lo largo de la vida puede prevenir la aparición de enfermedades pulmonares y mejorar la salud de este órgano, la razón parece ser la cantidad de resveratrol que contiene. Efectivo para prevenir el cáncer. La concentración en antioxidantes y flavonoides del vino blanco protege las células e imposibilita el avance del cáncer de mama. Especialmente previene el cáncer de colon como demuestra un estudio realizado por la Universidad de Leicester donde se afirma que "el consumo de vino blanco puede reducir hasta un 50% el riesgo de tumores intestinales".
Protege el cerebro. Beber tres copas de vino blanco a la semana ayuda a proteger el cerebro debido al ácido fenólico que posee. Previene de enfermedades neurodegenerativas como la demencia o el alzheimer. Ayuda a perder peso y mantener una figura esbelta. Esta es una de las propiedades más desconocidas del vino blanco. Un estudio realizado en la Universidad de Hohenheim (Alemania) afirma que seguir una dieta en la cual el 10% de las calorías se adquieran del consumo de vino blanco facilita una pérdida de peso más rápida. Beber vino blanco y perder peso están relacionados, aunque no te olvides de combinarlo con una dieta saludable y deporte. Ayuda a reducir la resaca. Las bebidas alcohólicas más oscuras contienen un mayor número de unos componentes biológicamente activos llamados congéneres, que son los responsables de las resacas. Por su parte, el vino blanco contiene muchos menos congéneres que bebidas como el ron, el whisky, el coñac, contribuyendo a reducir las náuseas y la irritabilidad. Tomar una copa de vino por la noche favorece la desaparición de las interrupciones del sueño y contribuye al aumento de horas de sueño profundo. El vino blanco contra la depresión. Ejerce un efecto previsor para todas aquellas personas que tienen tendencias depresivas o antecedentes depresivos en familiares. En este caso, el vino es un buen recurrente, sobre todo si te encuentras entre los 50 y los 70 años. Un estudio demostró que las personas que han tomado vino blanco a lo largo de su vida, terminan mostrando una mejor salud mental que las personas que no toman este tipo de vino. Este estudio se realizó en más de 5.000 personas a lo largo de 7 años. Fuentes: |