Era la fiesta de una boda. Y empezaron los tradicionales gritos: "¡Arriba el novio!" "¡Arriba la novia!" "¡Arriba el novio!" "¡Arriba la novia!" Los gritos continuaban, cuando un borracho un poco molesto, contestó: - "¡Déjenlos que se acomoden como quieran!" Colaboración de Chavez. |