La CIA tenía una vacante para un agente especializado en ejecuciones.
Después de evaluar a algunos aspirantes quedan finalmente 2 hombres y una mujer. Llega el día de la prueba final y, para definir quien conseguiría el trabajo, los agentes que administraban la prueba llevaron a uno de los hombres a una puerta grande de metal y le dieron un arma. Debemos confirmar que usted seguirá nuestras instrucciones, no importa bajo que circunstancias", le explicaron: - "Dentro de este sitio, usted encontrará a su esposa sentada en una silla. Tome esta arma y mátela" El hombre con una mirada de asombro le dijo: "usted no puede estar hablando en serio. Yo nunca podría matar a mi propia esposa" "Bien - dijo un agente, - Entonces usted definitivamente no es la persona adecuada para este trabajo" Así que trajeron al segundo hombre a la misma puerta, le entregan el arma y le explican los mismos parámetros de la prueba. El segundo hombre miró algo sobresaltado, pero sin embargo tomó el arma y entró al cuarto. Todo estuvo en silencio durante de 5 minutos. Entonces la puerta se abrió. El hombre salio del cuarto con lágrimas en sus ojos y dijo: "Intenté matarla, pero simplemente no pude apretar el gatillo. Supongo que no soy el hombre adecuado para el trabajo" Los agentes contestaron: "No, usted no tiene lo que se necesita para esto. Tome a su esposa y váyase a casa" Ahora sólo les quedaba la mujer. La conducen a la misma puerta y le dan la misma arma. "Como prueba final, debemos estar seguros de que usted seguirá las instrucciones sin importar las circunstancias, dentro encontrará a su marido sentado en una silla. Tome esta arma y mátelo" La mujer tomo el arma y abrió la puerta. Antes incluso de que la puerta se cerrara completamente, los agentes oyeron a la mujer descargar el arma completamente, uno por uno, cada tiro disponible en el cargador. Entonces el mismo infierno se apoderó de aquel cuarto. Se oyeron gritos, desgarramientos, golpes en las paredes. Esto continúo durante varios minutos y, finalmente, todo quedó en silencio. La puerta se abrió lentamente, y allí estaba parada la mujer. Se limpió el sudor de la frente y dijo: ¡¡¡Qué bárbaros son ustedes!!! ¿Por qué no me dijeron que eran balas de salva? ¡¡¡Tuve que matar al desgraciado a sillazos!!!
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