Dos viejitos estaban en el patio de su casa tomando café y de pronto la viejita le pega un sape -golpe en la cabeza- fenomenal al viejito que lo tira al piso, le hace volar la gorra, los anteojos y el café.
El viejito, arrastrándose, todo apendejado, va juntando cosa por cosa y, balbuceando, hace una pregunta:
A lo que la viejita responde:
Siguen tomando café... y al rato el viejito, que se había quedado pensativo, le mete un soberano putazo a la viejita que la desparrama por el piso, se le cae el café, la galletas, la servilleta, pierde los anteojos, se le sale la dentadura y mientras va recogiendo todo pregunta:
El viejito, sin mirarla, le contesta:
Colaboración de Víctor Manuel Espino Ocampo de Zihuatanejo, Guerrero, México. |