Un muchacho se gradúa de médico y el padre le regala un auto. Para estrenarlo se va solo a recorrer el norte del país. Llega a un pueblito y va a la estación de servicio a cargar combustible.
La estación estaba vacía. Toca el timbre y aparece un muchacho que le informa:
El muchacho piensa, y ahora ¿qué hago?
Decide ir al velorio.
- Oiga, yo soy médico y esta mujer no está muerta, esta en estado catatónico. ¿Tiene novio la chica?
El novio se lleva a su novia, le hace el amor durante una noche y la joven resucita. Todos festeja, le llenan el tanque de gasolina al auto del doctor y éste sigue su viaje. Después de varios días, el doctor decide regresar al pueblo para ver como sigue la chica, a saludar a la simpática gente y cargar de nuevo gasolina. Va a la estación de servicio, toca el timbre y sale el mismo muchacho de la vez anterior. - ¡¡Doctor, menos mal que volvió, hace unos días que murió Don Zoilo, ya se lo cogió medio pueblo y todavía no lo pueden resucitar!! Moraleja: La misma medicina no sirve igual a todos. Y sobre todo... NO SE AUTOMEDIQUE. Colaboración de Víctor Manuel Espino Ocampo de Zihuatanejo, Guerrero, México.
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