El médico atiende un viejito millonario que había comenzado a usar un revolucionario aparato de audición:
- Y entonces, señor Almeida, ¿le gusta su nuevo aparato?
- Si, es muy bueno.
- ¿Y a su familia le gustó?
- Todavía no le conté a nadie, pero ya cambié mi testamento tres veces.
Colaboración de Víctor Manuel Espino Ocampo de Zihuatanejo, Guerrero, México.