Pregunta enérgicamente el juez al ladrón que acababa de hacer de las suyas en una tienda de ropa.
- ¡Pero Dígame!, ¿qué no pensó en su esposa e hijas? - Pues la verdad sí pensé su señoría, pero en la tienda solo había ropa para hombre. Colaboración de Saul Escobedo Garay de Saltillo, Coahuila, México. |