01 | Me dijo: «Hijo de hombre, come lo que te presento, cómelo y luego anda a hablarle a la casa de Israel.» |
02 | Abrí la boca para que me hiciera comer ese rollo, |
03 | y me dijo: «Hijo de hombre, come ahora y llena tu estómago con este rollo que te doy.» Lo comí pues, y en mi boca era dulce como la miel. |
04 | Me dijo: «Hijo de hombre, anda a la casa de Israel y diles mis palabras. |
05 | No te envío a un pueblo extranjero cuya lengua te sería difícil, sino a la casa de Israel. |
06 | Si te enviara donde muchedumbres extranjeras, cuyo hablar es oscuro y cuya lengua es difícil, la cual no comprenderías, podrían tal vez escucharte. |
07 | Pero la casa de Israel no querrá escucharte, porque no quiere escucharme; todos tienen la cabeza dura y el corazón obstinado. |
08 | Por eso, he vuelto tu cara tan dura como la de ellos, y tu frente tan dura como la de ellos. |
09 | Haré de tu frente un diamante, más duro que la roca; no les temerás, no tendrás miedo de ellos, porque son sólo una raza de rebeldes.» |
10 | Me dijo: «Hijo de hombre, recibe en tu corazón, escucha con tus oídos todas las palabras que te voy a decir; |
11 | luego, anda, vuélvete donde los desterrados, donde la gente de tu pueblo. Les hablarás y les dirás: ¡Así habla Yavé...! te escuchen o no.» |
12 | Entonces el espíritu me levantó mientras oía detrás de mí una formidable aclamación: «¡Bendita sea la Gloria de Yavé en todo lugar!» |
13 | Oí el batir de las alas de los seres unas contra otras, oí también el ruido de las ruedas: todo era un enorme estruendo. |
14 | El espíritu me había levantado, me había arrebatado. Quedé lleno de amargura, con el espíritu afiebrado, porque la mano de Yavé pesaba fuertemente sobre mí. |
15 | Cuando llegué a Tel Aviv, donde estaban los desterrados a orillas del río Quebar, permanecí siete días como atontado en medio de ellos. |
16 | Al cabo de esos siete días se me dirigió la palabra de Yavé: |
17 | «Hijo de hombre, te he puesto como un vigía para la casa de Israel: si oyes una palabra que salga de mi boca, inmediatamente se lo advertirás de mi parte. |
18 | Si le digo al malvado: ¡Vas a morir! y si tú no se lo adviertes, si no hablas de tal manera que ese malvado deje su mala conducta y así salve su vida, ese malvado morirá debido a su falta, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. |
19 | En cambio, si se lo adviertes al malvado y él no quiera renunciar a su maldad y a su mala conducta, morirá debido a su falta, pero tú habrás salvado tu vida. |
20 | Si el justo deja de hacer el bien y comete la injusticia, pondré una piedra delante de él para que se caiga y morirá. Si tú no se lo has advertido, morirá a causa de su pecado, se olvidarán de las buenas acciones que haya hecho, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. |
21 | Pero, si tu adviertes al justo para que no peque y siga sin pecar, vivirá gracias a tu advertencia, y tú habrás salvado tu vida. |
22 | La mano de Yavé se puso sobre mí y me dijo: «Levántate, dirígete al valle, allí te hablaré.» |
23 | Me levanto entonces y me dirijo al valle. Veo allí la Gloria de Yavé: estaba allí tal como había visto la Gloria a orillas del río Quebar. Inmediatamente me echo de bruces al suelo. |
24 | El Espíritu entra en mí y me hace ponerme de pie sobre mis piernas; y me habla y me dice: «Anda, enciérrate en tu casa. |
25 | Mira, hijo de hombre, como te ponen cuerdas y te atan; ya no podrás salir para conversar con ellos: |
26 | Hago que tu lengua se pegue a tu paladar: estás mudo y dejas de reprocharlos porque son una raza de rebeldes. |
27 | Pero más tarde te hablaré, te abriré la boca y les dirás: ¡Esto dice Yavé! que escuche el que quiere escuchar, y el que no quiere, que no escuche, puesto que es una raza de rebeldes. |