01 | Islas, guarden silencio y atiéndanme, y que los pueblos se acerquen a mí. Adelántense para hablar, pues tenemos que litigar juntos. |
02 | ¿Quién ha mandado desde el Oriente a aquel que se topa con la victoria a cada paso? ¿Quién le entrega las naciones y le somete los reyes? Su espada los convierte en polvo y las flechas de su arco los dispersan como paja. |
03 | El los persigue y avanza sin que lo molesten, sus pies apenas tocan el camino. |
04 | ¿Quién está detrás de esto realizándolo? Aquel que desde el principio trae a su tiempo los acontecimientos. Yo, Yavé, que soy el primero y que estaré también con los últimos. |
05 | Las islas lo han visto y sienten miedo, y se han asustado hasta los extremos del mundo. |
06 | (Se ayudan unos a otros y mutuamente se dan ánimo. |
07 | El fundidor anima al joyero y el pulidor al herrero, mientras conversan sobre el enchapado: «Está bueno.» Y lo afianzan con clavos para que no se mueva.) Esperen una nueva salida |
08 | Pero tú, Israel, eres mi siervo. Tú eres mi elegido, pueblo de Jacob, raza de Abraham, mi amigo, |
09 | yo te traje de los confines de la tierra. Te llamé de una región lejana, diciéndote: «Tú eres mi servidor, yo me fijé en ti y te elegí.» |
10 | No temas, pues yo estoy contigo; no mires con desconfianza, pues yo soy tu Dios; yo te he dado fuerzas, he sido tu auxilio, y con mi diestra victoriosa te he sostenido. |
11 | Todos los que se lanzan contra ti serán avergonzados y humillados; tus adversarios serán reducidos a la nada y perecerán. |
12 | Buscarás a tus contrarios, pero no los hallarás; serán totalmente derrotados, reducidos a la nada los que te hacían la guerra. |
13 | Yo, Yavé, soy tu Dios; te tomo de la mano y te digo: No temas, que yo vengo a ayudarte. |
14 | No temas, raza de Jacob, más indefensa que un gusano. Yo soy tu socorro, dice Yavé, el Santo de Israel es el que te rescata. |
15 | Mira que te convierto en un rastrillo nuevo y con doble hilera de dientes: molerás los cerros y los harás polvo, y dejarás las lomas como paja. |
16 | Las echarás al viento, que se las llevará, el temporal las dispersará; pero tú te alegrarás en Yavé, y te sentirás orgulloso con el Santo de Israel. |
17 | Los pobres y los humildes buscan agua pero no la encuentran, y se les seca la lengua de sed. Pero yo, Yavé, los escucho; yo, Dios de Israel, no los abandonaré. |
18 | Haré brotar ríos en los cerros pelados y vertientes en medio de los valles. Convertiré el desierto en lagunas y la tierra seca en manantiales. |
19 | Plantaré en el desierto cedros, acacias, arrayanes y olivares. En la estepa plantaré cipreses, olmos y alerces |
20 | para que todos vean y sepan, miren y comprendan que esto lo ha hecho la mano de Yavé y lo ha creado el Dios Santo de Israel. |
21 | Presenten sus argumentos, dice Yavé, hablen por su defensa, dice el rey de Jacob. |
22 | Preséntense para decirnos qué es lo que pasará. ¿Qué nos anunciaron en el pasado, para que lo estudiemos y sepamos lo que vendrá después? O sencillamente digan lo que sucederá, |
23 | indiquen lo que pasará en el futuro, para que sepamos si ustedes son dioses. Hagan algo al menos, bueno o malo, para que lo veamos y los respetemos. |
24 | Pero no, ustedes son nada, y sus obras no valen nada. Es una locura seguirlos a ustedes. |
25 | Lo he despertado en el norte, y ha venido, desde el oriente ha sido llamado por su nombre. Ha pisoteado a los jefes como al barro, como el alfarero pisa la arcilla. |
26 | ¿Quién lo había dicho con anterioridad para que lo supiéramos? Había que decirlo antes, y podríamos decir: «Era exacto.» Pero nadie lo anunció o lo dio a saber, |
27 | yo fui el primero que dije a Sión: «Aquí están.» y mandé la Buena Nueva a Jerusalén. |
28 | Miré y no había nadie que diera una opinión, a quien yo preguntara y que me respondiera. |
29 | Pues todos ellos no valen nada, nada son sus obras y sus ídolos, puro aire y vacío. |