01 | ¡Baja y siéntate en el suelo, virgen hija de Babel! No más trono: Siéntate en la tierra, hija de los caldeos. Ya no te llamarán más delicada y tierna. |
02 | Toma el molino y muele la harina, quítate el velo que te protege la cara, levanta tu falda para atravesar el río y que se vean tus piernas. |
03 | Pondrán al descubierto tu desnudez, y se verán tus vergüenzas. |
04 | Me voy a desquitar y nadie intervendrá. -dice Yavé de los Ejércitos, nuestro libertador, cuyo nombre es el Santo de Israel. |
05 | Siéntate en silencio, colócate en la sombra, hija de los caldeos. Ya nunca más te llamarán soberana de los reinos. |
06 | Me había enojado con mi pueblo y había rechazado a los míos. Los había entregado a tus manos, pero tú no tuviste compasión y, sobre el anciano, hiciste caer tu yugo aplastante. |
07 | Tú decías: «Para siempre dominaré.» Y no te fijabas en lo que sucedía, ni pensabas cuál sería el fin. |
08 | Ahora, escucha esto, delicada, tú que te sientes tan segura y dices: «Yo, y nadie más; no quedaré viuda, ni perderé mis hijos.» |
09 | Estas dos desgracias te sucederán de un golpe, en el mismo día: quedarás viuda y sin hijos. Esta será tu suerte, a pesar de tus muchos encantamientos y del poder de tus brujerías. |
10 | Te sentías segura en tu maldad, y decías: «Nadie me ve.» Tu sabiduría y tu ciencia se te subieron a la cabeza. hasta tal punto que pensabas: «Yo y nadie más.» |
11 | Pero te va a ocurrir una desgracia que no podrás evitar, una calamidad caerá sobre ti, y no podrás hacerle el quite. De repente te va a pasar algo muy grave, en lo que no pensabas. |
12 | Quédate, pues, con tus encantamientos y con tus numerosas brujerías, a las que te has dedicado desde tu juventud. ¡A ver si te ayudan en algo, o si puedes con ellos atemorizar a la desgracia! |
13 | Te cansas con tantos consejos. Que se presenten y que te salven los que describen los cielos y observan las estrellas, y te dan a conocer, cada mes, lo que te sucederá. |
14 | Serán todos como paja que devora el fuego, ninguno de ellos podrá salvarse de las llamas, -y no serán brasas para el pan, o brasero para calentarse-. |
15 | En esto vendrán a parar tus magos, por los cuales tanto te has preocupado desde tu juventud; se irán corriendo uno tras otro y no podrán salvarte. |