Cristo no cometió pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo hizo pecado, para hacernos a nosotros justicia de Dios en Cristo. (2Cor 5, 21) El pecado exige esclavitud, y Cristo Jesús se hizo reo por nuestra salvación. Cristo, reo de muerte y con la cruz en la espalda, toma nuestras culpas para redimir la deuda que tenemos por el pecado. Cristo, por amor, cargó con nuestras culpasYa estaba profetizada como sería nuestra redención: "Este ha crecido ante Dios como un retoño, como raíz en tierra seca. No tenía brillo ni belleza para que nos fijáramos en él, y su apariencia no era como para cautivarnos. Despreciado por los hombres y marginado, hombre de dolores y familiarizado con el sufrimiento, semejante a aquellos a los que se les vuelve la cara, no contaba para nada y no hemos hecho caso de él. Sin embargo, eran nuestras dolencias las que él llevaba, eran nuestros dolores los que le pesaban. Nosotros lo creíamos azotado por Dios, castigado y humillado, y eran nuestras faltas por las que era destruido nuestros pecados, por los que era aplastado. El soportó el castigo que nos trae la paz y por sus llagas hemos sido sanados." (Is 53, 2-5) En la casulla del sacerdote vemos el símbolo del amor y de la humildad de nuestro redentor. En ella carga con todos nosotros y con nuestros pecados para nuestra redención. En ocasiones la casulla lleva una cruz en la espalda, para recordarnos que nuestra redención paso por una cruz de amor en la que Jesús cargó con nuestros pecados. Cristo por amor, se hizo hombre, para rescatar a sus hermanosCon el evangeliario sobre el altar, recordamos que ¡El Verbo se hizo carne! Ahora en el beso al altar y la casulla recordemos las palabras de Pablo: "Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz." (Fil 2, 5-11) Cristo Jesús ama a la humanidad. En el beso del sacerdote al altar, es Cristo quien besa su humanidad que va a ser crucificada para la redención y santificación de la humanidad. Y la casulla, símbolo del amor y de la humildad, nos recuerda que es Cristo que besa la voluntad de su Padre, porque "No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos." (Jn 15, 13) El hijo del hombre, por amor, morirá en la cruz"Luego comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, que sería condenado a muerte y resucitaría a los tres días." (Mc 8, 31) La casulla nos recuerda nuestra redención: El pecado exige muerte, por eso Cristo paga con su vida la deuda que nosotros tenemos con el pecado. Cristo, por amor, es la ofrenda para el perdón de nuestros pecadosCristo se ofrece a sí mismo, de forma voluntaria, para el perdón de nuestros pecados: "Por eso me ama el Padre, porque doy mi vida, para recobrarla de nuevo. Nadie me la quita; yo la doy voluntariamente. Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo; esa es la orden que he recibido de mi Padre." (Jn 10, 17-18) En nuestra ofrenda, entreguemos todos nuestros errores, todos nuestros pecados, todo nuestro pasado, confiando en que Cristo carga con todo ello; en la ofrenda nos unimos al redentor para ser ofrenda junto con él. Cristo nos amó hasta el extremo¡Una imagen muy bella: Cristo que es al mismo tiempo sacerdote, ofrenda y altar! Ahora vemos al Cristo:
La casulla nos recuerda el amor de Cristo, un amor hasta el extremo de la cruz. Sí, de forma personal todos y cada uno de nosotros podemos decir: ¡Cristo me amó, y se entregó por mí! ¡Deja que Cristo transforme tu vida a través de la liturgia! |
La salvación es Cristo. - YO SOY | La salvación es Jesús - Este es mi Hijo amado