01 | Hijo mío, si te has hecho garante de tu prójimo y has estrechado tu mano en favor de otro, |
02 | si te has enredado con tus palabras y te has dejado atrapar por tu propia boca, |
03 | entonces, hijo mío, obra así para librarte, ya que has caído en las manos de tu prójimo: ve a echarte a sus pies e importúnalo, |
04 | no concedas descanso a tus ojos ni reposo a tus párpados; |
05 | líbrate como una gacela de la red y como un pájaro de la mano del cazador. |
06 | Fíjate en la hormiga, perezoso, observa sus costumbres y aprende a ser sabio: |
07 | ella, que no tiene jefe ni capataz ni dueño, |
08 | se provee de alimento en verano y junta su comida durante la cosecha. |
09 | ¿Hasta cuándo estarás recostado, perezoso, cuándo te levantarás de tu sueño? |
10 | "Dormir un poco, dormitar otro poco, descansar otro poco de brazos cruzados": |
11 | así te llegará la pobreza como un salteador y la miseria como un hombre armado. |
12 | Es un infame, un malvado, el que tiene la boca llena de perversidad; |
13 | guiña el ojo, toca con los pies, hace una seña con los dedos: |
14 | en su corazón depravado maquina el mal, siempre está sembrando discordias. |
15 | Por eso, llegará su ruina de repente, será destrozado de improviso y sin remedio. |
16 | Hay seis cosas que detesta el Señor, y siete que son para él una abominación: |
17 | los ojos altaneros, la lengua mentirosa y las manos que derraman sangre inocente; |
18 | el corazón que trama proyectos malignos, los pies rápidos para correr hacia el mal, |
19 | el falso testigo que profiere mentiras, y el que siembra discordias entre hermanos. |
20 | Observa, hijo mío, el precepto de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre. |
21 | Átalos a tu corazón constantemente, anúdalos a tu cuello. |
22 | Que ellos te guíen mientras caminas, que velen sobre ti cuando estás acostado, y conversen contigo cuando despiertas. |
23 | Porque el precepto es una lámpara, la enseñanza, una luz, y las reglas de la instrucción, un camino de vida, |
24 | a fin de preservarte de una mala mujer y de la lengua seductora de una extraña. |
25 | No codicies su hermosura en tu corazón ni te dejes cautivar por sus miradas. |
26 | Porque el precio de una prostituta es un mendrugo de pan, pero una mujer casada anda a la pesca de una vida lujosa. |
27 | ¿Puede un hombre ponerse fuego en el pecho sin que se inflame su ropa? |
28 | ¿Se puede caminar sobre brasas sin quemarse los pies? |
29 | Eso le pasa al que se acuesta con la mujer de su prójimo: el que la toque no quedará impune. |
30 | ¿Acaso no se desprecia al ladrón, aunque robe para saciar su apetito cuando tiene hambre? |
31 | Una vez descubierto, paga siete veces y tiene que entregar todos los bienes de su casa. |
32 | El que comete adulterio es un insensato, se arruina a sí mismo el que obra así: |
33 | lo que conseguirá son golpes e ignominia, y su oprobio nunca se borrará. |
34 | Porque los celos enfurecen al varón, y no tendrá compasión en el día de la venganza; |
35 | no aceptará ninguna compensación, ni querrá saber nada aunque quieras darle más. |