01 | Hijo mío, atiende a mi sabiduría, inclina tu oído a mi inteligencia, |
02 | para que guardes la debida discreción y tus labios conserven la ciencia. |
03 | Porque los labios de la mujer ajena destilan miel y su paladar es más suave que el aceite, |
04 | pero al final, ella es amarga como el ajenjo, cortante como una espada de doble filo. |
05 | Sus pies descienden a la Muerte, sus pasos se precipitan en el Abismo; |
06 | ella no tiene en cuenta el sendero de la vida, va errante sin saber adonde. |
07 | Por eso, hijos, escúchenme y no se aparten de las palabras de mi boca. |
08 | Aleja de ella tu camino y no te acerques a la entrada de su casa, |
09 | no sea que entregues a otros tu honor y tus años, a un hombre cruel; |
10 | que gente extraña se sacie con tu fuerza y tus trabajos vayan a parar a casa ajena, |
11 | y que al fin tengas que gemir, cuando estén consumidos tu cuerpo y tu carne. |
12 | Entonces dirás: "¿Cómo aborrecí la instrucción y mi corazón despreció las advertencias? |
13 | Yo no escuché la voz de mis maestros ni atendí a los que me enseñaban. |
14 | Faltó poco para que estuviera en el colmo de la desgracia, en medio de la asamblea y de la comunidad". |
15 | Bebe el agua de tu cisterna y la que fluye de tu propio pozo. |
16 | Que tus fuentes no se dispersen hacia afuera ni tus corrientes de agua, por las calles. |
17 | Que ellas sean para ti solo y que no haya extraños junto a ti. |
18 | ¡Bendita sea tu fuente, y encuentra tu alegría en la mujer de tu juventud, |
19 | cierva amable, graciosa gacela! Que en todo tiempo te embriaguen sus amores y estés siempre prendado de su afecto. |
20 | Hijo mío, ¿por qué te dejarás prendar por la mujer ajena y abrazarás los pechos de una extraña? |
21 | Los caminos del hombre están bajo la mirada del Señor y él tiene en cuenta todos sus senderos. |
22 | El malvado será presa de sus propias faltas y quedará atrapado en los lazos de su pecado. |
23 | Morirá por falta de instrucción y se extraviará por su gran necedad. |