01 | Del maestro de coro. Salmo de David. |
02 | El cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos: |
03 | el día al día le pasa el mensaje, la noche a la noche se lo susurra. |
04 | Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que resuene su voz, |
05 | a toda la tierra alcanza su pregón y hasta los límites del orbe su lenguaje. |
06 | Allí le ha puesto su tienda al sol: él sale como el esposo de su alcoba, contento como un héroe, a recorrer su camino. |
07 | Asoma por un extremo del cielo, y su órbita llega al otro extremo: nada se libra de su calor. |
08 | La ley del Señor es perfecta, y es descanso del alma; el testimonio del Señor es verdadero, da sabiduría al simple. |
09 | Los preceptos del Señor son rectos, alegran el corazón; los mandamientos del Señor son claros, iluminan los ojos. |
10 | la palabra del Señor es pura, permanece para siempre; los juicios del Señor son la verdad, enteramente justos. |
11 | Son más atrayentes que el oro, que el oro más fino; más dulces que la miel, más que el jugo del panal. |
12 | También a mi me instruyen: observarlos es muy provechoso. |
13 | Pero ¿Quién advierte sus propios errores? Purifícame de las faltas ocultas. |
14 | Presérvame, además, del orgullo, para que no me domine; entonces seré irreprochable y me veré libre de ese gran pecado. |
15 | ¡Ojalá sean de tu agrado las palabras de mi boca, y lleguen hasta ti mis pensamientos, Señor, mi Roca y mi redentor! |