01 | Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. Poema de David. |
02 | Dios mío, escucha mi oración, no seas insensible a mi súplica; |
03 | atiéndeme y respóndeme. La congoja me llena de inquietud; |
04 | estoy turbado por los gritos el enemigo, por la opresión de los malvados: porque acumulan infamias contra mí y me hostigan con furor. |
05 | Mi corazón se estremece dentro de mi pecho, me asaltan los horrores de la muerte, |
06 | me invaden el temor y el temblor, y el pánico se apodera de mí. |
07 | ¡Quién me diera alas de paloma para volar y descansar! |
08 | Entonces huiría muy lejos, habitaría en el desierto. |
09 | Me apuraría a encontrar un refugio contra el viento arrasador y la borrasca. |
10 | Confunde sus lenguas, Señor, divídelas, porque no veo más que violencia y discordia en la ciudad, |
11 | rondando día y noche por sus muros. Dentro de ella hay maldad y opresión, |
12 | en su interior hay ruindad; la crueldad y el engañono se apartan de sus plazas. |
13 | Si fuera mi enemigo el que me agravia, podría soportarlo; si mi adversario se alzara contra mí, me ocultaría de él. |
14 | ¡Pero eres tú, un hombre de mi condición, mi amigo y confidente, |
15 | con quien vivía en dulce intimidad: juntos íbamos entre la multitud a la Casa de Dios! |
16 | Que la muerte los sorprenda, que bajen vivos al Abismo, porque dentro de sus moradas sólo existe la maldad. |
17 | Yo, en cambio, invoco a mi Dios, y el Señor me salvará. |
18 | De tarde, de mañana, al mediodía, gimo y me lamento, pero él escuchará mi clamor. |
19 | El puso a salvo mi vida; se acercó cuando eran muy numerosos los que estaban contra mí. |
20 | Dios, que reina desde siempre, los oyó y los humilló. Porque ellos no se corrigen ni temen a Dios; |
21 | alzan las manos contra sus aliados y violan los pactos. |
22 | Su boca es más blanda que la manteca, pero su corazón desea la guerra; sus palabras son más suaves que el aceite, pero hieren como espadas. |
23 | Confía tu suerte al Señor, y él te sostendrá: nunca permitirá que el justo perezca. |
24 | Y tú, Dios mío, los precipitarás en la fosa más profunda. Los hombres sanguinarios y traidores no llegarán ni a la mitad de sus días. Yo, en cambio, confío en ti, Señor. |