01 | Del maestro de coro. De David. Canto. |
02 | Oh Dios, tú mereces un himno en Sión, y a ti se te cumplen los votos, |
03 | porque tú escuchas las súplicas. A ti acude todo mortal |
04 | a causa de sus culpas; nuestros delitos nos abruman, pero tú los perdonas. |
05 | Dichoso el que tú eliges y acercas para que viva en tus atrios: que nos saciemos de los bienes de tu casa, de los dones sagrados de tu templo. |
06 | Con portentos de justicia nos respondes, Dios, salvador nuestro; tú, esperanza del confín de la tierra y del océano remoto; |
07 | tú que afianzas los montes con tu fuerza, ceñido de poder; |
08 | tú que reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las olas y el tumulto de los pueblos. |
09 | Los habitantes del extremo del orbe se sobrecogen ante tus signos, y a las puertas de la aurora y del ocaso las llenas de júbilo. |
10 | Tú cuidas de la tierra, la riegas y la enriqueces sin medida; la acequia de Dios va llena de agua, preparas los trigales; |
11 | riegas los surcos, igualas los terrones, tu llovizna los deja mullidos, bendices sus brotes; |
12 | coronas el año con tus bienes, tus carriles rezuman abundancia; |
13 | rezuman los pastos del páramo, y las colinas se orlan de alegría; |
14 | las praderas se cubren de rebaños, y los valles se visten de mieses, que aclaman y cantan. |