01 | Del maestro de coro. Al estilo de Iedutún. De Asaf. Salmo. |
02 | Alzo mi voz a Dios gritando, alzo mi voz a Dios para que me oiga. |
03 | En mi angustia te busco, Señor mío; de noche extiendo las manos sin descanso, y mi alma rehúsa el consuelo. |
04 | Cuando me acuerdo de Dios, gimo, y meditando me siento desfallecer. |
05 | Sujetas los párpados de mis ojos, y la agitación no me deja hablar. |
06 | Repaso los días antiguos, recuerdo los años remotos; |
07 | de noche lo pienso en mis adentros, y meditándolo me pregunto: |
08 | «¿Es que el Señor nos rechaza para siempre y ya no volverá a favorecernos? |
09 | ¿Se ha agotado ya su misericordia, se ha terminado para siempre su promesa? |
10 | ¿Es que Dios se ha olvidado de su bondad, o la cólera cierra sus entrañas?» |
11 | Y me digo: «¡Qué pena la mía! ¡Se ha cambiado la diestra del Altísimo!» |
12 | Recuerdo las proezas del Señor; sí, recuerdo tus antiguos portentos, |
13 | medito todas tus obras y considero tus hazañas. |
14 | Dios mío, tus caminos son santos: ¿qué dios es grande como nuestro Dios? |
15 | Tú, oh Dios, haciendo maravillas, mostraste tu poder a los pueblos; |
16 | con tu brazo rescataste a tu pueblo, a los hijos de Jacob y de José. |
17 | Te vio el mar, oh Dios, te vio el mar y tembló, las olas se estremecieron. |
18 | Las nubes descargaban sus aguas, retumbaban los nubarrones, tus saetas zigzagueaban. |
19 | Rodaba el estruendo de tu trueno, los relámpagos deslumbraban el orbe, la tierra retembló estremecida. |
20 | Tú te abriste camino por las aguas, un vado por las aguas caudalosas, y no quedaba rastro de tus huellas: |
21 | mientras guiabas a tu pueblo, como a un rebaño, por la mano de Moisés y de Aarón. |