Los Pueblos Mágicos de México han tenido buena difución desde que el programa de la Secretaría de Turismo inició. Sin embargo, últimamente se le ha dado mayor promoción para difundir el turismo en nuestro país, afectado por la crisis de la influenza. Uno de los beneficios que mencionan de visitar los pueblos mágicos es el de quitarse el estrés de una forma económica. Permítanme decirles que es cierto. El visitar otros lugares distrae la mente, reduce el estrés, y es relativamente económico llevar a toda la familia. Eso lo descubrimos hace unos diez meses, cuando decidimos visitar San Miguel de Allende, que habia sido recientemente declarado en el año 2008 como Patrimonio de la Humanidad junto con el Santuario de Atotonilco. Existen varios sitios de Internet donde se puede leer que hay en San Miguel de Allende, o ver fotografías. El objetivo en este blog es narrar las sensaciones al visitar estos lugares, sentimientos experimentados al ver, tocar, oler, imaginar. El Santuario de Atotonilco es el primer lugar hacia donde nos dirigimos, y mereció un post independiente que puedes leer aqui: Santuario de Atotonilco, se eriza la piel. Habiendo pasado un buen rato en el Santuario, regresamos al "pueblo" de San Miguel de Allende. Lo de pueblo está entre comillas, ya que realmente es una ciudad, con centros comerciales que albergan a grandes tiendas como Liverpool, Sears, Cinépolis, Mega, etc. El 10% de las propiedades están en manos de extranjeros, principalmente norteamericanos, que les ha gustado el lugar para vivir. Sin embargo, el centro de la ciudad es el que ha sido declarado patrimonio de la humanidad y es al que nos dirijimos. San Miguel, una expresión artística. El centro histórico de San Miguel permite admirar bastantes expresiones artísticas: Arte religioso en los interiores y exteriores de sus templos, como la cúpula del templo de las Monjas, el bello interior del templo de San Miguel Arcángel, (símbolo de la ciudad). El interior de los mismos, con su olor a flores por las celebraciones de 15 años que estaban listas a celebrarse, y en los atrios el sonido de las risas de las quinceañeras le dieron un toque especial a la visita de estos templos. Murales, como el mural inconcluso de David Alfaro Siqueiros, en el edificio de Bellas Artes, o el mural en el interior del teatro Angela Peralta. La pintura con tonos dorados incluso llega a reflejar la luz del sol. Arquitectura, con sus edificios antiguos, templos, empedrados, fuentes, parques, y jardines. Dentro del Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante", o de las Bellas Artes, como se le conoce, hay una sensación de paz y tranquilidad al pasar por su magnifico jardín central. Arte moderno, que se puede apreciar en las salas de exhibición del edificio de las Bellas Artes. Las tradiciones En la plaza cívica se puede apreciar y oir el México tradicional, con las calles empedradas, la presencia de los globeros, sus silbidos y sus lagartijas de esponja, la venta de nieves, el arrullo y el vuelo de las palomas, los árboles podados, faroles antiguos, el kiosco, calandrías jaladas por caballos. También se puede ver algo no tan mexicano, pero que a los gringos les gusta: El camión tipo tranvía. En pleno centro, estuvimos presentes en un desfile tipo escaramuza charra, con los hombres y mujeres vestidos con trajes tradicionales y arrojando claveles mientras avanzaban. Para comer, como viajero frecuente, buscamos comida del día, la cual no fue tradicional. Espagueti, milanesas empanizadas, y de postre un rico flan, acompañados con una jarra de agua de naranja. El restaurant estaba bien ambientado, con exposición de fotografías antiguas en las paredes. Este viaje fue planeado como un escape de la rutina y del estrés diario. Su objetivo se cumplió al 100%, regresando a casa tranquilos, paseados, contentos, y con nuevos conocimientos, como el hecho de saber que el hermano de Miguel Hidalgo también fué cura, y ejerció en la parroquia de San Miguel de Allende. |
Santuario de Atotonilco, se eriza la piel. | Tlalpujahua, entrada al santuario de las mariposas monarcas.