México tiene la fortuna de recibir cada año a millones de mariposas que viajan, para protegerse del frio invierno, miles de kilómetros desde Canada hacia los bosques de Michoacán y el Estado de México. ¿Millones de mariposas? Es algo digno de verse. El área de santuarios de las mariposas monarcas es una de las trece maravillas naturales de México, a partir del 2008 la UNESCO la declaró patrimonio natural de la humanidad. No necesitamos más argumentos para ir a conocer a nuestras visitantes.... Ahh, pero todavía hay más: una de las puertas de entrada al santuario de las mariposas monarca es Tlalpujahua, uno de los Púeblos Mágicos de México. Definitivamente iba a ser un viaje de fin de semana digno de disfrutarse. Las mariposas estan aqui desde noviembre hasta marzo. El viaje se planeó para el 14 de febrero, día del amor y la amistad, para aprovechar y pasar un momento agradable con mi esposa e hijos. Esa fecha nos causó un leve problema porque tuvimos que hablar a varios hoteles del pueblo ya que ese día había bodas en el mismo. Afortunadamente encontramos hospedaje. Viviendo Tlalpujahua a través de los sentidos.Lo primero que hicimos al llegar a Tlalpujahua fue atender a nuestro sentido del gusto. Desayunamos unas ricas gorditas frente al santuario de Nuestra Señora del Carmen. Ahí aprovechamos para platicar con la señora que preparaba las gorditas y aprender algo del pueblo desde la perspectiva de sus habitantes. La verdad es que fue una charla larga y entretenida, donde aprendimos que a Tlalpujahua va gente todo el año, aún desde antes de ser designados Pueblo Mágico. Va gente a comprar esferas, a las festividades del natalicio de Ignacio Rayón, turismo religioso para visitar a la Señora del Carmen, visitantes de las mariposas monarcas, etc. Es curioso como la gente al principio es desconfiada, pero una vez que agarran confianza se sueltan hable y hable, como si estuvieran esperando a que alguien los escuche. La próxima vez que salgan, platiquen y conozcan. Se los recomiendo. Una vez satisfechos del desayuno y de la buena charla, comenzamos el recorrido por el pueblo. Caminamos por el atrio del santuario de Nuestra Señora del Carmen, y admiramos desde fuera. Había misa en ese momento, por lo que decidimos ser respetuosos y no entrar hasta la tarde. Bajamos por una calle detrás del Santuario, donde había un pequeño tianguis. Ahí me dí cuenta que no habían llenado porque compraron una bolsa de pastitas de nata. Muy buenas, muy buenas se les escuchaba decir a mi hija y esposa. Llegamos a la plaza Lázaro Cárdenas, donde se puede observar el edificio de la presidencia municipal. Muy bonito, con sus arcos de cantera, su reloj antiguo, pintada de blanco y rojo como los pueblos de Michoacán. Frente a la Presidencia Municipal, hay otros portales. Ahí se pueden surtir de recuerditos del pueblo. Lo que no pueden dejar de hacer es volver a darle otra vez gusto al paladar. Venden unos ricos licores de frutas. Sinceramente les recomiendo el de pera. Compramos uan botella, que terminó como regalo para mi suegra, quien no nos ha querido convidar del licor. Supongo que ya hay un pretexto para regresar a este pueblo mágico. Ya desayunados y paseados, nos istalamos en el Hostal, para continuar conociendo el pueblo. Quisimos ir al Museo de Hermanos Rayón, pero seguramente la gente del museo tenía mucho amor que regalar ese sábado, porque estaba cerrado. Dos personas nos habían dicho que las ruinas del antigua Santuario de Nuestra Señora del Carmen estaban cerca, así que seguimos el camino de terracería para llegar hacía alla, caminando bajo un intenso sol del medio día. Esa visita merece todo un post en este blog. Al regreso, de ese lugar, fuimos por el carro para conducir hacia nuestro siguiente destino, el cual tenía muchas ganas de conocer: El museo mina dos estrellas. Tomen la carretera como si fueran a El Oro, estado de México, no rumbo a Maravatio. La visita al museo fue mucho mejor de lo que esperaba. Mucho, mucho mejor. Aquí, en este post, les narro esa experiencia. Al regresar ya en la tarde, a comer se ha dicho. Si buscan un lugar bueno, bonito y barato, lo encuentran en la esquina de Ocampo y Morelos, frente a la Plazuela. Ahí le pueden dar placer al sentido del gusto. Ya casi al anochecer, regresamos a visitar el Santuario de Nuestra Señora del Carmen. Dicen que no hay templo más hermoso entre la Ciudad Capital y la nueva Valladolid, hoy Morelia. Fue construido en la primera mitad del siglo XVIII. Ya sin celebración religiosa, pudimos entrar con calma para admirarlo por dentro, y además hacer oración. Muy hermoso todo en conjunto, tanto por dentro, como por fuera. Al salir, se escuchan unas risas alegres, ya que unas jóvenes del pueblo se entusiasmaban con un jóven que pasaba montando a caballo, haciendo sonar las herraduras del mismo contra el empedrado de la calle. Son cosas que sólo se pueden apreciar en estos pueblos. Caminamos por esa calle y bajamos hacia el antiguo convento, monumento que data del siglo XVII. Lamentablemente está en malas condiciones, ya que no se le nota que le hayan dado mantenimiento. Fue un día largo y ajetreado, así que regresamos al Hotel a Descansar. Como dato curioso, no nos pudimos bañar ese mismo día. Según una nota en la puerta del baño del cuarto, hay escasez de agua en el pueblo, así que solo hay agua para bañarse de 8 a 10 de la mañana. Al día siguiente nos esperaba el viaje al santuario de las mariposas monarcas. |
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