No sólo el cuerpo se agota sino también la mente. Según la neuropsicóloga Ana Gómez, el coloquialmente llamado agotamiento mental (sensación de fatiga o hastío) puede surgir ante aquellas "situaciones monótonas y estables, en las que apenas acontecen circunstancias novedosas y que nos generan la sensación de estar estancados o no avanzar". Hablemos más sobre ello.
El ser humano necesita de pequeños retos y objetivos en los que siente que avanza y crece, pero si todos los días nos enfrascamos en una pesada rutina donde no hay cambios, aunque sean pequeños, entramos en una fase de agotamiento mental.
Ya desde la pandemia nos enfrentamos a un periodo prolongado de una situación desconocida, en la que ha predominado la incertidumbre, el miedo y la ansiedad. Generando un cansancio evidente tal hastío y los cambios lentos o paulatinos.
Ahora es normal sentirse agotados o desmotivados, sin fuerzas ni ganas de hacer algo o realizar nuestras actividades diarias; sobre todo cuando las circunstancias son difíciles o después de sufrir mucho estrés.
Pero, ¿cómo no nos vamos a sentir cansados mentalmente? Si estamos viviendo una pandemia, la crisis económica, la guerra y sus derivados…
Ana Gómez de Escauriaza, psicóloga y neuropsicóloga de la Clínica López Ibor (CLI), señala que la presencia prolongada de la misma información en nuestro cerebro genera un estado de habituación (respuesta cada vez menos intensa ante el mismo estímulo), en el que "bajamos la guardia, empezamos a funcionar en automático y no prestamos tanta atención a lo que acontece".
Además, dado que el cerebro no puede estar expuesto a situaciones de intenso malestar durante largos periodos, pone en marcha mecanismos de adaptación, con los que se normaliza o minimiza la importancia de lo que acontece o bien nos distanciamos emocionalmente de ello para no sufrir, indica la especialista.
Estos mecanismos de defensa resultan "adaptativos" a corto plazo, pero si duran mucho tiempo, pueden tener grandes repercusiones en nuestro estado emocional, destaca Gómez.
Por otra parte, la ausencia o escasez de estímulos y situaciones novedosas, en periodos prolongados de estancamiento provocan que no experimentemos satisfacción ni gratificación
Lo que a su vez causa incapacidad afectiva y dejadez, hasta falta de motivación e iniciativa. Y si esta condición se prolonga, puede derivar en un episodio depresivo o un trastorno de ansiedad, entre otros.
Para reducir el agotamiento mental los expertos en el tema nos pueden orientar, pero también cada uno de nosotros por nuestra cuenta podemos tomar algunas medidas, la psicóloga Ana Gómez de Escauriaza sugiere las siguientes:
Plantearse pequeños objetivos y metas
Los objetivos deben ser asumibles, concretos y a corto plazo, con un avance donde el nivel de exigencia vaya aumentando de manera progresiva y así "la satisfacción de ir alcanzándolos nos ayudará a sentirnos motivados y seguir esforzándonos".
Analizar y redefinir prioridades
"Debemos pensar en nuestras prioridades y establecer cambios, porque no podemos aspirar a querer seguir rindiendo del mismo modo en todos los contextos", señala.
En este sentido, la psicóloga nos invita a reflexionar y tomar conciencia del tiempo que empleamos en cada una de las actividades que realizamos en nuestra vida.
Aprender a decir 'NO'
Para ponerle límites a los demás, es importante saber comunicarse de manera asertiva (con firmeza y honestidad, sin agresividad ni pasividad) respetando nuestras propias decisiones, sentimientos y opiniones y tratando de respetar las ajenas, apunta.
Identificar lo que sentimos y expresarlo de una manera adecuada para nosotros y nuestros interlocutores es una herramienta primordial para la gestión del malestar, señala. Como ejercicio, Gómez propone que cada día procuremos tomar conciencia de cómo usamos el lenguaje y nos comunicamos.
Conectar con tus 5 sentidos
La especialista recomienda tomar consciencia del presente, entregarnos al momento actual y centrarnos en cada cosa cuando la estemos realizando.
"Conecta con tus sentidos, centra tu atención en el olfato, el gusto, la vista y el tacto. Recréate en ello. Todos sabemos que lo importante está en las pequeñas cosas, pero a veces no nos permitimos conectar con esos momentos", reflexiona.
Aceptar el malestar y pedir ayuda
"Vivimos en una sociedad que nos presiona para buscar los estados de bienestar, plenitud y felicidad, pero en la vida también hay dolor y malestar, y es un gran error querer huir de ello", señala.
Gómez sugiere aprender herramientas para gestionar y regular mejor las emociones negativas y señala que "no somos frágiles, débiles ni debemos avergonzarnos por sentir malestar o dolor emocional, estar cansados o estresados".
La especialista propone acudir a un psicólogo o a una consulta de psiquiatría para que nos ayuden a gestionar el malestar que tengamos. Como ejercicio propone "no juzgar el malestar de otras personas, y simplemente acoger y acompañar a quienes tengamos a nuestro lado".
Realizar actividades que te sean gratas.
FUENTES: