Dios nos salva - En el principio existía la Palabra

CRISTO, LA PALABRA, EL DESIGNIO DE SALVACION

Dios quiere que todos los hombres se salven, y por eso concibió un designio de salvación desde toda la eternidad, un designio oculto en Dios mismo que muestra a toda la creación su infinita sabiduría, su infinito amor y su infinita misericordia. Un designio concebido desde el principio.

AL PRINCIPIO EXISTIA LA PALABRA

"Al principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella estaba en el principio con Dios. Todas las cosas fueron hechas por medio de la Palabra y sin ella no se hizo nada de todo lo que existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres." (Jn 1, 1-4)

Ver desde la entrada el Evangeliario, verlo entrar desde el inicio de la misa, nos recuerda que desde el principio, en su infinita sabiduría, Dios ya tenía un plan de salvación de la humanidad: Enviaría a su propio Hijo, Dios de Dios y Luz de Luz para salvarnos.

Esta salvación será a su vez, un nuevo principio para los hombres y toda la creación.

Y LA PALABRA SE HIZO CARNE

"Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros." (Jn 1, 14)

"La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la percibieron. La Palabra era la luz verdadera que, al venir a este mundo, ilumina a todo hombre. Ella estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por medio de ella, y el mundo no la conoció."(Jn 1, 5. 9-10)

Cuando se coloca el Evangeliario sobre el altar descubrimos que ¡la Palabra se hizo carne! y ya podemos entrever por dónde pasará dicha salvación: por un sacrificio.

El rito de dedicación del altar nos dice, respecto a porque se unge el altar, lo siguiente: "En virtud de la unción con el crisma, el altar se convierte en símbolo de Cristo, que es llamado y es, por excelencia, el «Ungido», puesto que el Padre lo ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó sumo Sacerdote para que, en el altar de su cuerpo, ofreciera el sacrificio de su vida por la salvación de todos." El altar es el cuerpo de la Palabra, que se hizo carne.

Los candelabros nos muestran que el Verbo Encarnado es la Luz verdadera, pero el altar nos enseña que no todos aceptarán la Palabra, la Luz, la Vida.

LA PALABRA VINO A LOS SUYOS

"La Palabra vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron, a los que creen en su Nombre, les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios. Los cuales no han nacido de la sangre, ni del deseo de la carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios." (Jn 1, 11-13)

La vida y salvación que nos trae la Palabra es una vida maravillosa, una vida y salvación que nos transforma en hijos de Dios.

¡Deja que Cristo transforme tu vida a través de la liturgia!