01 | Job respondió, diciendo: |
02 | ¿Hasta cuándo me va a afligir y me van a torturar con sus palabras? |
03 | Ya es la décima vez que me ultrajan, que me maltratan desvergonzadamente. |
04 | Aunque fuera verdad que cometí un error, mi error me concierne sólo a mí. |
05 | Ustedes se envalentonan contra mí y me imputan mi ignominia: |
06 | pero sepan que es Dios el que me agravia y que él me ha envuelto en su red. |
07 | Si grito: «¡Violencia!», no tengo respuesta; si pido auxilio, no se hace justicia. |
08 | El cercó mi camino y no puedo pasar; cubrió de tinieblas mi sendero. |
09 | Me ha despojado de mi honor y quitó la corona de mi cabeza. |
10 | Me demolió por completo, y ya me voy; arrancó, como un árbol, mi esperanza. |
11 | Encendió su indignación contra mí y me trató como a su enemigo. |
12 | Sus escuadrones llegaron en tropel, se abrieron camino hasta mí y acamparon alrededor de mi carpa. |
13 | Mis hermanos se alejaron de mí y soy un extraño para mis amigos. |
14 | Desaparecieron mis allegados y familiares, me olvidaron |
15 | los huéspedes de mi casa. Mis servidoras me consideran un extraño, me he convertido en un intruso para ellas. |
16 | Llamo a mi servidor, y no responde, aunque se lo pida por favor. |
17 | Mi mujer siente asco de mi aliento, soy repugnante para los hijos de mis entrañas. |
18 | Hasta los niños pequeños me desprecian: cuando me levanto, se burlan de mí. |
19 | Mis amigos íntimos me abominan, los que yo amaba se vuelven contra mí. |
20 | Los huesos se me pegan a la piel y se me desprenden los dientes de las envías. |
21 | ¡Apiádense, apiádense de mí, amigos míos, porque me ha herido la mano de Dios! |
22 | ¿Por qué ustedes me persiguen como Dios y no terminan de saciarse con mi carne? |
23 | ¡Ah, si se escribieran mis palabras y se las grabara en el bronce; |
24 | si con un punzón de hierro y plomo fueran esculpidas en la roca para siempre! |
25 | Porque yo sé que mi Redentor vive y que él, el último, se alzará sobre el polvo |
26 | Y después que me arranquen esta piel, yo, con mi propia carne, veré a Dios. |
27 | Sí, yo mismo lo veré, lo contemplarán mis ojos, no los de un extraño. ¡Mi corazón se deshace en mi pecho! |
28 | Si ustedes dicen: «¿Cómo lo perseguiremos y qué pretexto encontraremos para procesarlo?», |
29 | teman que la espada los hiera a ustedes mismos, porque esas son culpas dignas de la espada: y entonces sabrán que hay un juez. |