01 | Del maestro de coro. Salmo de David. |
02 | Dichoso el que cuida del pobre y desvalido; en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor. |
03 | El Señor lo guarda y lo conserva en vida, para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos. |
04 | El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor, calmará los dolores de su enfermedad. |
05 | Yo dije: «Señor, ten misericordia, sáname, porque he pecado contra ti». |
06 | Mis enemigos me desean lo peor: «A ver si se muere, y se acaba su apellido». |
07 | El que viene a verme habla con fingimiento, disimula su mala intención, y, cuando sale afuera, la dice. |
08 | Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, hacen cálculos siniestros: |
09 | «Padece un mal sin remedio, se acostó para no levantarse». |
10 | Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, que compartía mi pan, es el primero en traicionarme. |
11 | Pero tú, Señor, apiádate de mí, haz que pueda levantarme, para que yo les dé su merecido. |
12 | En esto conozco que me amas: en que mi enemigo no triunfa de mí. |
13 | A mí, en cambio, me conservas la salud, me mantienes siempre en tu presencia. |
14 | Bendito el Señor, Dios de Israel, ahora y por siempre. Amén, amén. |