01 | Del maestro de coro. «No destruyas». De David. Mictán. |
02 | ¿Acaso ustedes, los poderosos, pronuncian realmente sentencias justas y gobiernan a los hombres con rectitud? |
03 | ¡No! Ustedes cometen injusticias a plena conciencia y favorecen la opresión en la tierra. |
04 | Los impíos están extraviados desde el seno materno; desde su nacimiento se descarriaron los impostores. |
05 | Tienen un veneno semejante al de las víboras; son como una serpiente sorda, que cierra los oídos, |
06 | para no oír la voz del encantador, la voz del mago que ejerce su arte con destreza. |
07 | Rómpeles, Dios mío, los dientes en la boca; arráncales, Señor, esos colmillos de leones. |
08 | Que se diluyan como agua que se evapora; que se marchiten como hierba pisoteada. |
09 | Sean como una babosa que se deshace al pasar, como un aborto de mujer que no llegó a ver el sol. |
10 | Que los arrastre el vendaval - verdes o quemados- antes que produzcan espinas como una zarza. |
11 | El justo se alegrará al contemplar la Venganza y lavará sus pies en la sangre de los impíos. |
12 | Entonces dirán los hombres: «Sí, el justo recibe su recompensa; sí, hay un Dios que hace justicia en la tierra». |